PORTALES | CRIATURA

Sonia no dejaba de gritarme, estaba sumamente nerviosa después de ver el cadáver desmembrado de Brian esparcido sobre el suelo de azabache. Mis manos intentaron hacer todo con rapidez, pero me temblaban haciéndose torpes, rompí varios tubos de ensayo elaborando la formula final. Sonia, en su desesperación, se atrevió hasta golpearme, y aunque sus abusos y exaltación me perturbaban con enojo, mi concentración estaba completamente enfocada en buscar una solución.

¿Cuántas veces le he dicho a Brian que no jugara con lo desconocido? ¡Insensato infeliz! Aunque era mi amigo, se merece lo que le ocurrió. Sonia estaba enamorada de él y no lo ocultaba, cayó en una terrible ansiedad, convirtiéndose en una abstracción manipulada por el miedo. La puerta que abrió Brian y su contenido ahora nos perseguía a Sonia y a mí, la muerte nos esperaba en solo unos minutos.

Mi fastidiosa compañera intentó obstaculizar la entrada de nuestro refugio, nos habíamos escondido en una habitación para trabajar raudamente, sin embargo, en medio de mis emociones despavoridas, sabía que no podíamos hacer nada, y que todo este intento pueril por salvarnos solo extenuaría nuestro final.

Llegué hasta un punto de odiar a Sonia, estaba completamente insoportable. Me golpeó nuevamente, ordenándome una pronta solución y fue ahí cuando mi rabia me consumió por completo. Tomé uno de los bisturís y lo inserté certero en su cuello. Ella jadeó de dolor y se desangró rápidamente, murió después de unos segundos la maldita. Levanté su cadáver y lo puse junto a la puerta, sirviendo de obstrucción, luego continué con mi trabajo, y aunque no estaba más calmado, ya no tenía distracción.

Súbitamente, escuché un ruido estruendoso que azotó la puerta y me espantó. Vi que de la madera sobresalían unas garras blancas, esplendentes y puntiagudas. Desgarraban la puerta abriéndose paso rápidamente. Dejé todo lo que hacía, no podía dejar de observar mi póstuma muerte. El monstruo, al estar más dentro, tomó el cadáver de Sonia y lo devoró de una manera tan repugnante. Los chasquidos y crujidos hacían que mi estómago me causara sensaciones vomitivas.

Me tiré al suelo desvanecido por vértigos que me sustraían de la realidad. Ya mis sentidos no reaccionaban y mis ojos se cerraron por completo. Mientras estaba en mi desfallecimiento, la diáfana imagen del rostro de Brian se reveló ante mí, le tuve miedo al principio y luego sentí desprecio: «¡Maldito infeliz, espero que sufras en el infierno!», le dije, intentando movilizar mis patéticas piernas.

Luego de eso, Brian desapareció, y ante mí, se manifestó aquella puerta de metal. La entrada donde el mal se introdujo a nuestro mundo, con alas de murciélago y rostro de serpiente, sostenidos por un cuerpo de caimán de escamas negras. La criatura en dicho sueño, se acercaba cada vez más a mí, mirándome con sus ojos diabólicos de rubí.

Desperté con el corazón el pecho y el cuerpo paralizado, sentí un lacerante dolor en mis piernas y solté un alarido desgarrador. La bestia comenzaba devorarme desde abajo y rápidamente ascendía hasta mi cintura. Miré hacia a un lado y el rostro despedazado de Sonia estaba junto a mí, mirándome fijamente.