En pleno siglo XXI cuando la modernidad tecnológica parece encaminar a la humidad por los senderos del progreso, aún se asoman restos de una cultura retrograda como el machismo y sus diferentes versiones. La crisis de la pandemia de Covid19 y su encierro permitió tener conciencia de que este fenómeno social sigue causando estragos. En Europa especialmente en España los casos de violencia de género han aumentado. Los acaso de violencia vicaria son reflejadas en los distintos medios de comunicación tal como lo señale en mi post. Link
Hay otra forma de machismo: La cosificación de la mujer. Esta forma de violencia de género se aplica más sutilmente, pero que tiene un gran impacto en la mente inconsciente de la mujer que es víctima. Los que aplican este tipo de machismo por lo general tienen un buen nivel académico y buen status social, ya que su lenguaje refinado de ampulosas palabras le permite ofender y degradar a la mujer sin que esta se percate.
La cosificación es volver a convertir a la mujer en un objeto, darle un trato de objeto, ya sea un objeto de adoración o un objeto de características despreciables o infrahumanas.
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Este tipo de violencia machista se puede observar en muchos comerciales de televisión, cuando vemos comerciales de productos de belleza, cuando han convertido a las Barbie en patrón del cuerpo deseado, en películas y en la vida real y escuchamos a hombres piropear a las mujeres comparándolas con objetos.
La cosificación también la vemos en las guerras civiles y religiosas como en sudan, o las acciones del terrible grupo rebelde socialista BOKO HARAM quienes secuestran, violan y comercializan a las niñas de las tribus y países que no acatan sus órdenes. Ni hablar de los talibanes que actualmente están reconquistando a Afganistán.
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Amigo lector nunca compare a su pareja, madre o hijas con un objeto, ellas son la más hermosas de las criaturas creadas por Dios y merecen un trato digno.