SONIDOS QUE ENGULLEN

Olas sónicas que se expande desde el frío aliento del norte hasta los arduos trabajos tropicales de mi sur, en el que se crea fulgor entre mis pensamientos, origen de mi frágil temperamento y creador de los cantos bajos sedas de las cuales guardo mis más turbios secretos. No todo es entendible, es un trayecto aparte del que conoces e inconcurrente con los deseos que llevas desde la ilusión armada en abrigos ajenos y en el cual injustamente, no se cumplen.

De los cuales nacen la conformación, haciendo el camino un poco menos complicado, pero los deseos siempre permanecerán. Inmóvil e inocente, creas espectros de tu yo, otras consciencias que tuercen tu alma llevándote a los más ardientes llamas negras de un abismo desconocido, el nacimiento de un nuevo temor. Expresándote de forma decaída, empezando a brotar raíces que se apegan al piso y siendo un imprevisto universal, renuncias a los que pensabas que era correcto.

No escucho más las olas que me ofrecía aquel pasado nórdico, mis quereres se han reemplazado con vanidades muy superficiales y las visiones se han reducidos a un solo pensamiento; el deber y la supervivencia. Uno en su interior desea despertar aquellos viejos anhelos y es que, tristemente, aunque sepas que con convicción y pasos constantes puedes, un quizás, llegar a rozarte por lo que alguna vez quisiste y fuiste, pero las agujas perdidas en tu único colchón se vuelven una escala irritable, llegando a un punto de frustración, renunciando a los intentos. Mi deber no es más que solo ofrecer y pagar mis deudas con los que me ofrecieron la vida que nunca pedí, por lo tanto, no me queda más que sobrevivir en este mundo, al cual, considero gris... Aunque ¿Quién sabe? Cada estrella tiene su determinado tiempo de mayor alumbre.