La vida es a veces complicada, pero la mayor parte del tiempo es una bendición, por eso debemos agradecer cada mañana nuestra existencia. Ver un nuevo amanecer compartido es la grandeza de existir bendecido.
Vivir es cómo mantener la esperanza en los cerezos, la certeza de que volverán a retoñar cada temporada, que nuevamente se vestirán de rojo y alimentaran a los pájaros que alegres revolotean con su con sus tonadas. Esos cerezos que a veces hacen fiesta en sus hojas, que con afecto reciben al sol que las decora.
Ellos no dejan una gran enseñanza, la vida hay que tomarla de forma calmada, porque somos pasajeros, momentáneos y a la vez eternos, momentáneos en el tiempo de existencia, eternos en los recuerdos de quienes nos aman, en las promesas y en las palabras.
En el transcurso de los días aprendemos cosas importantes, como que el dinero no lo es todo, la salud es más importante para dibujar sonrisas en el alma. Disfrutar con la familia, fusionarnos con la naturaleza, abrazar a los que amamos, esos son los detalles importantes, esos detalles que se parecen a los cerezos cuándo se visten de esperanza y acogen a las aves.
Quizá un día amanezca de repente, quizá la brisa amanezca fuerte, puede que algunas hojas suelen al viento, pero en la calma y en la serenidad lo importante es tan simple cómo la sombra fresca que dan los árboles, la estabilidad de las raíces, lo importante de cada rama.
Aprendamos de la esperanza de los cerezos, vivamos sonriendo con la fe de que cada mañana nos despierta para lograr nuevamente abrir las alas, con la certeza de que podemos dar más amor e intentar ser reflejo de paz dentro del Cosmos infinito de Dios que nos ama.
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Imágenes propias. Dibujo central obra de mi hija @Haniel inspirado en el exto. Fotografías tomadas con un móvil Blu Vivo One Plus. Cámara f / 2.0 1/100 3.79mm ISO 200. Editadas para los mensajes usando la aplicación de diseños Canva.
