En Venezuela ya conocíamos "El Hoyo" antes de ver la pelicula

  A finales del año pasado, se estrenó en la famosa plataforma “Netflix” la película “El hoyo” (“The plataform” en inglés), dado los efetos de la pandemia que sufre el planeta en estos momentos, tras ser decretada cuarentena, esta película no tardó en hacerse popular entre los usuarios del portal, entre estos usuarios, mi país Venezuela, no se quedó atrás. Una cárcel de estructura vertical con una cantidad de pisos en principio desconocida, dos individuos por piso y una administración que se encarga de hacer bajar por cada piso una plataforma llena de comida para los residentes de la cárcel, estos son los elementos que nos brinda esta obra que tiene escondidos muchos más elementos de los que aparenta.

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  No pretendo realizar un análisis detallado de la película, pues ese no es el punto de este post, sin embargo, quisiera destacar algunos elementos que considero importantes para llevar a cabo la comparación que estoy por exponer. Para nadie es un secreto la terrible situación que atraviesa mi país Venezuela, un país afectado por un gobierno que todos sabemos es una dictadura que ya no encuentra la manera de pasar desapercibida ante los ojos del mundo, la escasez de recursos, la poca producción y el prácticamente nulo poder adquisitivo de la mayoría de sus habitantes, han despertado el instinto más primitivo de supervivencia de gran parte de los habitantes de este país, a quienes se les hace más fácil perjudicar a los demás, mediante robo o especulación de precios antes de encontrar una fuente honesta y rentable de ingresos. Un gobierno basado en el populismo y un ideal de supuesta igualdad para todos donde quien termina perjudicada, es la misma población venezolana, víctima de la miseria y escasez de alimentos y servicios básicos.

   Por otro lado, la película nos narra los sucesos que experimenta Goreng, un hombre que despierta en la habitación de una cárcel de estructura vertical con pisos enumerados en orden descendente, con una habitación por piso, acompañado de un señor de avanzada edad llamado Trimagasi, Goreng nota que en la pared se observa el número 48 y que se encuentra solo con aquel hombre mayor en esa habitación, en el centro de la misma hay un agujero que permite mirar hacia las habitaciones de abajo, igual que en el techo hay un agujero que permite observar las habitaciones de arriba. Consternado de no entender la totalidad de la situación, le hace preguntas a su compañero quien contesta algunas de mala gana. Goreng intenta comunicarse con las personas de las otras habitaciones, sin embargo, Trimagasi hace énfasis en que no les debe hablar a los del piso de abajo porque ellos “están abajo” y los del piso de arriba no le contestarán porque ellos “están arriba”. Y al preguntarle “¿De que va esto del Hoyo?”, su compañero solo responde “De comer”, mientras insiste en que el “48 es un buen número”, todas las dudas respecto a lo que afirma Trimagasi pronto se disipan cuando suena una alarma y por el agujero del techo desciende una plataforma llena de alimentos, sin embargo, estos alimentos están masticados, pues alguien ya los ha comido anteriormente, las personas de los pisos superiores ya han comido esa comida, inmediatamente Trimagasi empieza a devorar todos los alimentos que puede durante el tiempo que la plataforma esta en su piso antes de descender, es en este momento cuando Goreng entiende que si no hay un control y no existe consideración de aquellos que están en los pisos más elevados con respecto a aquellos que están en los inferiores, la comida no tardará en acabarse y las personas de los pisos más bajos no podrán comer absolutamente nada, por ello la supervivencia en aquella cárcel no dependía de otra cosa que la suerte que tienes cuando se te asigna el piso de tu habitación y la cantidad de comida que consumieran aquellos que están en niveles superiores. Todos los residentes son cambiados aleatoriamente de piso cada mes, por lo cual, puedes comer como un rey en el nivel 3 durante todo un mes y al siguiente morir de hambre en el nivel 200.

  ¿A qué comparación hice alusión anteriormente? No fue necesariamente a la escasez de alimentos, que si se hace presente en la realidad de cada venezolano, que no puede aspirar a alimentarse con el sueldo mínimo y debe recurrir a tener múltiples empleos o realizar otro tipo de trabajos para poder subsistir cada mes. Si bien existe una similitud en ese aspecto, más que el económico, quiero hablar un poco sobre los aspectos sociales que nos presenta la película y los que se viven en Venezuela. A lo largo de la historia siempre ha existido la clase alta, favorecida en cada aspecto, desde lugar de residencia, hasta salario y servicios públicos. Venezuela, por su puesto, no es la excepción a esta regla. En los últimos años la gran mayoría de la población incluso aquellos ubicados en sectores antiguamente de clase alta han sufrido problemas respecto a los servicios eléctricos y de agua. La mala administración del gobierno ha provocado que cada vez haya mayor escasez de recursos y estos no puedan ser subministrados a todos los habitantes del país, por ello se observa con gran indignación cientos de venezolanos con sus hogares repletos de contenedores para almacenar agua, pues muchos solo pueden disfrutar del líquido vital durante un par de horas al día, a la semana o incluso al mes en los sectores más pobres.

  Fácilmente se puede establecer una comparación de la clase alta del país con las personas que residen en los primeros pisos de la cárcel, sin embargo este tipo de injusticias se pueden ver reflejadas en un edificio promedio de Venezuela, no estamos hablando de una zona de clase alta en comparación a una zona de clase baja, quiero hablar sobre el edificio donde resido, el cual se encuentra en una zona de clase media, donde se nos habilita el servicio de agua por aproximadamente una hora y media al día pudiendo ser mayor o menor este tiempo, sin embargo, en ocasiones, trascurren varios días sin recibir la más mínima cantidad de agua. En la película, la administración envía la comida desde el piso cero, y esta comienza a descender, en mi edificio el agua llega a un gran tanque ubicado bajo tierra donde el agua es almacenada para después ser impulsada mediante bombas al edificio para que cada piso se pueda surtir con el líquido vital, apenas empieza a llegar el agua todos corren desesperados a llenar sus recipientes porque no saben que pasará al día siguiente, no saben cuándo volverán a recibir agua en sus hogares, todo depende de cuánta agua entre al edificio durante el día, si solo alcanza para encender las bombas durante una hora, ¿Qué ocurre con aquellas personas que viven en el piso 25? Son más de 20 pisos con 8 apartamentos cada uno, todos con las llaves de agua abiertas a máxima potencia por una hora, con ese ritmo es muy complicado que el agua alcance a subir hasta el piso más alto en tan poco tiempo, pues los pisos inferiores la acaparan toda, mientras mantienen las llaves abiertas para recargar embaces o bañarse.

  A lo largo de la película se hace referencia a la falta de conciencia de los habitantes de la cárcel, a los cuales no les importa lo que suceda con las personas de los pisos inferiores mientras ellos puedan comer, esto queda en evidencia cuando a Goreng se le asigna una nueva compañera que insiste en que si todos comen en proporciones iguales alcanzaría para todos en el hoyo y solo recibe burlas como respuesta, donde los residentes afirman que ya ellos sufrieron en niveles muy bajos y ahora les toca comer hasta reventar porque están en un nivel superior. La desesperación se hace presente en los personajes que solo piensan en comer para su propia supervivencia.

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  Pues no, en mi edifico no poseemos una plataforma que desplaza comida hacia abajo, contamos con una bomba de agua que bombea la misma hacia arriba para cada piso del edificio, no contamos con dos personas por piso que devoran la comida en cuanto llega a su piso, contamos con ocho apartamentos por piso que rápidamente abren sus llaves y empiezan a recargar sus suministros y a bañarse en cuanto llega agua, no tenemos personas muriendo de hambre en los niveles inferiores, lamentablemente tenemos personas que habitan en pisos mayores al 20 a las cuales les tarda mucho tiempo en llegar el agua o simplemente no alcanzan a verla durante la hora que la bomba esta encendida.

  En múltiples ocasiones he observado a mis vecinos de los pisos superiores pidiendo consideración a los de los pisos inferiores, haciendo un llamado a la conciencia de todos, que esperen un poco de tiempo para que dejen al agua ascender hasta el piso 25 para que a esas personas les dé tiempo de recargar el agua y una vez terminen ellos los demás empiecen, fue por esta analogía que decidí escribir este post, pues resulta que vivimos en una pequeña versión del hoyo, esta al revés desde luego, pero en esencia es la misma situación, mientras los de los niveles inferiores no sean considerados y esperen un tiempo prudencial, el agua jamás llegara a tiempo a las personas de los pisos superiores. No nos cambian de piso mensualmente y estamos a la espera de en que piso despertaremos al mes siguiente, vivimos con la incertidumbre de si entrará agua al tanque para que se puedan encender las bombas y podamos surtirnos del líquido vital.

  En la película se observa el egoísmo de quienes despiertan en el piso 5 y comen todos los días todo lo que puedan sin pensar en quienes “están abajo”, la desesperación de las personas que despiertan en el piso 200 y no pueden hacer nada porque no les prestan atención ya que ellos “están abajo”, en mi edificio observo el egoísmo y desesperación de quien vive en el piso uno y no espera ni 5 minutos desde que encienden las bombas para llenar sus inmensos envases con litros y litros de agua mientras se baña y el desespero y llamado a la solidaridad de quienes viven en el piso 25 quienes viven esperando un golpe de suerte de que extiendan el tiempo que estarán encendidas las bombas para que les de tiempo de llenar sus envacas y asearse .

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  Trimagasi afirma que 48 es un buen número y más adelante Goreng lo deja claro cuando da a entender que mínimo los primeros 50 niveles comen todos los días, por ello “48 es un buen número”, ¿yo? yo vivo en el piso 13, prácticamente la mitad, no soy el primero en recibir el agua, sin embargo, con casi total certeza siempre me dará tiempo de poder llenar, se puede decir que “13 es un buen número”, en la película se habla de aquellos que piensan en los demás y tal vez un mesías que pueda equilibrar las cosas para todos, yo por mi parte espero, espero un tiempo prudencial desde el momento en que llega el agua, antes de empezar a llenar mis envases, espero hasta que mis amigos del 25 han logrado recibir algo de agua, tal vez mi aporte se ve disminuido por aquella señora que no espera para llenar sus tobos de agua en el piso 3, pero es el aporte que puedo hacer en consideración a los vecinos de los pisos superiores, tal vez nunca he sentido la misma desesperación que el vecino del 22, de saber que las bombas están encendidas y aun así no recibo una gota de agua, pero más de una vez todos hemos vivido el estar semanas sin recibir agua, por ende un poco de colaboración y consciencia no matará a nadie, un poco de esa colaboración y consciencia que la crisis en la que se ha sumergido el país le han arrebatado a los venezolanos al punto de que una película de “Netflix” se convierte en un espejo tan sentido.

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