La realidad, que en ocasiones puede considerarse también como un bendito tesoro, responde, según sea nuestro particular punto de vista, a esas misteriosas afirmaciones, que llevaron a poetas surrealistas, como Paul Eluard, a afirmar aquello de: ‘hay otros mundos, pero están en éste’.
El Eclesiastés, uno de los libros más sabios que se hayan escrito jamás, ya nos ponía en antecedentes, cuando, resumiendo de una manera eminentemente básica, venía a afirmar que hay un tiempo para todo.
Un tiempo para la luz y otro tiempo para la oscuridad, donde en ocasiones comparten un espacio, que como si fuera una tierra de nadie, ambos se disputan en su eterna lucha por prevalecer.
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