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Pocas veces ocurre, que una planta ornamental gane concursos internacionales sin presentar flores llamativas, como pasó con Acalypha wilkesiana (cultivar hoffmannii), que ha ganado el Premio al Mérito del Jardín de la Royal Horticultural Society, del Reino Unido.
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Esto se debe a lo hermoso de la coloración de sus hojas, definidas por artistas como un abigarrado, que mezcla colores tan disímiles como el verde, rojo, negro, amarillo, rosado, marrón, violeta, dorado, y muchos otros, que por un proceso de variegación, se combinan, dando origen a formas caprichosas, que no responden a patrones específicos, pero que lucen hermosos y muy llamativos al juntarse es las hojas de esta planta.
Acalypha wilkesiana pertenece al Dominio Eucariota, Reino plantae, División Spermatophyta, Orden Malpighiales, Familia Euphorbiaceae, Género Acalypha, Especie Acalypha Wilkesiana.
Además de su nombre científico, esta colorida planta recibe muchos nombres comunes, como Acalypha, Carlota, Gusano, cola de gato, rabo de gato, gusanillo, y el jardinero de mi residencia afirma que es una variedad de croto, corazón de hombre.
Es común, que las especies de la Familia Euphorbiaceae emanen un latex lechoso, muy tóxico, pero las del Género Acalypha no cumplen esa regla.
Estas plantas son arbustos de hojas perennes, que tienden a enrollarse y ocultar las flores.
Las hojas tienen forma acorazonada, y presentan matices abigarrados, que incluyen múltiples colores, partiendo del verde y rojo.
Las hojas son grandes, llegando a medir hasta 15 cm de largo, por unos 20 cm de ancho, presentando bordes dentados y pelos muy finos.
Las flores se presentan en espigas sexuadas, ya que Acalypha wilkesiana es una planta monoica.
Las flores femeninas están ubicadas en un pecíolo recto y corto, mientras que las flores masculinas tienen largos pecíolos, que cuelgan hacia abajo.
Ambos grupos de flores se disimulan entre las hojas, que se enrollan y las protegen.
Los pigmentos que matizan las hojas de Acalypha wilkesiana, además de la clorofila, son: las antocianinas (rojos y púrpura), carotenoides (naranja, amarillo y tonos púrpura), licopeno (rojo), ficocianinas (azul) y ficoeritrinas (rojo).
Los tallos de Acalifa son rectos, moderadamente lignificados y muy ramificados, desde donde nacen las hojas y las flores.
Este arbusto puede ser sembrado directamente en el suelo, donde puede crecer hasta los 3 metros, y en macetas, donde puede alcanzar el metro y medio.
Requiere un sustrato con buen drenaje, y rico en materia orgánica, destacando que no debe ser sometido a temperaturas inferiores a los 15°C, o superiores a los 32°C, ya que sus hojas tienden a cambiar de color, y se enrollan de forma excesiva, para evitar la sobre exposición.
Acalypha wilkesiana puede ser usada sola, o en setos, y combinada con otras plantas ornamentales.
Algunos estudios científicos han revelado la presencia de antralina, un derivado de la Antraquinona, en las fracciones líquidas (Agua y alcoholes) de Acalypha, con propiedades fungicidas y útil para combatir la psoriasis.
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Esta planta es susceptible al ataque de cochinillas (insecto hemíptero), que se pueden controlar con alcohol al 70%, esparcido con un pincel sobre las áreas afectadas.
La belleza de las hojas de Acalypha wilkesiana, la han convertido en una planta presente en los jardines venezolanos, donde resiste los embates ambientales y nos regala su colorido durante todo el año.
Ali Riera
Todas las fotografías, son propiedad del autor.