Kyoichi Katayama: sobre el amor y la convivencia

"...al vivir juntos, descubres sus defectos, ¿no? Y te peleas por tonterías."

Una obra literaria es mucho más que una sucesión de frases más o menos bonitas y más o menos significativas. Sin embargo, es inevitable que al leer un libro algunas frases llamen más nuestra atención. A veces tienen que ver con la trama y otras veces parecen completamente accesorias, pero algo en ellas nos sustrae y nos conduce a la reflexión y la apuntamos en una hoja o la subrayamos en el libro.

Un grito de amor desde el centro del mundo del japonés Kyoichi Katayama es uno de esos libros en el que abundan este tipo de frases, dignas de destacar. Sobre la historia no diré mucho (estoy preparando una reseña de la novela), apenas lo necesario para contextualizar la frase que me interesa exponer hoy. Sakutarô y Aki son dos adolescentes que están enamorados y que, como todos los adolescentes (o la mayoría de ellos) tienen curiosidad sobre temas que sienten importantes, trascendetales, principalmente el amor y la muerte, pero también la vejez y el paso del tiempo. En una conversación sobre la convivencia de las parejas, los protagonistas plantean puntos de vista opuestos. Aki, pensando que la convivencia mata el amor, a causa del desgaste de la rutina, dice:

"Pero, al vivir juntos, descubres sus defectos, ¿no? Y te peleas por tonterías. Y esto se va repitiendo un día tras otro hasta que, muchos años después, llega un momento en que ya no debes de sentir nada por esa persona. Puede pasar, ¿no? Por más que la hayas querido al principio."

Esta es una opinión común: lo habitual cansa, aburre, fastidia. ¿Cuántas parejas hemos conocido que después de un idílico comienzo y un matrimonio maravilloso, acaban separados por diferencias irreconciliables? Quizás muchos de nosotros mismos hayamos pasado por una experiencia similar. Es cierto que mientras más se comparte con una persona, más se le conoce y menos espacios quedan por descubrir. Esa magia que tienen los inicios de las relaciones tiene mucho que ver con el universo nuevo que representa la otra persona, un universo que nos seduce, nos atrae y queremos escudriñar hasta el último rincón, pero ¿qué pasa cuando no quedan rincones por descubrir? ¿se pierde la fascinación? ¿es la falta de sorpresa perjudicial para una relación?

En la novela, el diálogo continúa hasta esta intervención de Sakutarô:

"Yo lo veo de una manera más positiva. Suponte que ahora estás muy enamorada de alguien. Pues bien, dentro de diez años lo estarás aún más. Incluso habrán empezado a gustarte los defectos que te fastidiaban al principio. Y cuando hayan pasado cien años, estarás loca por cada uno de los pelos de su cabeza."

Hay quienes piensan que uno no puede aburrirse de su comida favorita, ni de su lugar favorito; son los mismos que estarían de acuerdo en que si se tiene una persona favorita, es precisamente el conocimiento minucioso el que la hace encantadora. Saber qué piensa con apenas ver un gesto de su boca; entender lo que dice aunque calle; percibir que se siente mal aunque diga lo contrario; la manía de comer helado en los días fríos o dejarse los calcetines puestos para dormir; son ejemplos de las pequeñas cosas que se van aprendiendo de una persona y que, de acuerdo a Saku-chan, afianzan el amor. Compartir con una persona hasta conocerla como la palma de la mano, lejos de perjudicar la relación, la refuerza, le da mayor profundidad. Hay menos sorpresa, sí, pero mayor serenidad.

Planteadas estas dos perspectivas, ¿de qué lado son ustedes? ¿Team Aki? ¿o Team Sakutarô? ¿la convivencia afianza el amor, o lo aniquila? Los leo en los comentarios.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
1 Comment
Ecency