El cuento completo de la música cañonera

Desde que me inicié en este espacio, he venido hablando de manera permanente acerca de la música cañonera. También he mostrado algunos ejemplos y explicado algunos de los elementos que la componen. Pero hoy voy a explicar de manera detallada de qué se trata, las teorías que hay alrededor de ella y aportar algunos elementos que, ojalá, pudieran servir de punto de partida para que se haga un trabajo de investigación profundo acerca de esta manifestación musical, la cual, aún siendo la auténtica música de la ciudad de Caracas y al mismo tiempo la primera manifestación musical urbana en Venezuela, no se ha investigado de manera adecuada.


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Orquesta popular criolla de Benito Canónico. Municipio El Hatillo. Fotógrafo: Miguel Cardona. MIRANDA. 1950 Fuente

Con lo dicho, dejo claro que estos planteamientos que traigo acá son mis conclusiones y el resultado de mi experiencia personal con esta forma musical. Estas ideas las he venido manifestando en distintas ocasiones y espacios, y poco a poco se han ido convirtiendo en la única información que se maneja públicamente. Por supuesto que muchos de los planteamientos que yo he venido haciendo han sido inspirados o estimulados por otros tantos amantes de la cultura e historia de Caracas, donde vale mencionar particularmente al cronista de Caracas Carlos Eduardo Misle, mejor conocido como Caremis, y por otra parte el hombre de radio y defensor de la identidad cultural venezolana y de Caracas Cappy Donzella.

Antecedentes


Plaza Bolívar de Caracas, 1910 Fuente

A finales del siglo XIX, Caracas, la capital de Venezuela, seguía siendo una aldea rural, con una mayoría de transporte de tracción animal, zona de agricultura y de costumbres y tradiciones aldeanas. Una incipiente actividad cultural que se completaba con la venida de zarzuelas y operetas, donde predominaba el cuplé y los bailes de salón.

Popularmente, una de las grandes distracciones de la ciudad eran los conciertos de la Banda Marcial Caracas, los días domingo en la Plaza Bolívar. Esta banda, que incluía en su repertorio, entre muchos otros ritmos, valses y joropos venezolanos, fue un elemento fundamental en el nacimiento de una forma musical en la ciudad, ya que de ella salieron muchos de los músicos que pasaron a formar parte de un movimiento que, sin ellos saberlo, le dio forma a nuevo lenguaje musical. Uno de los términos que erróneamente se utiliza para definir lo que ahora llamamos “música cañonera”, surge de estas bandas, la palabra “retreta”.

La Wikipedia en español, entre otras cosas, dice de esta palabra lo siguiente:

(…) En Hispanoamérica también se usa para describir una fiesta nocturna o vespertina en la cual una banda militar, o de cualquier otra institución, recorre las calles ofreciendo una función musical o concierto al aire libre, generalmente en plazas públicas, parques y paseos. La retreta festiva suele ser diurna o matinal en domingo o días festivos y en muchos lugares las retretas dominicales son una tradición muy concurrida e ineludible.

Tal es el caso de las retretas de la Plaza Bolívar, a cargo de la Banda Marcial Caracas: una fiesta ineludible. Pero es necesario resaltar tres aspectos de éstas:

  1. Están a cargo de bandas militares (o instituciones similares)
  2. Tocan arreglos pre elaborados y ensayados con una estructura específica.
  3. Usan instrumentos acordes a este tipo de agrupación.

Petróleo


Pozo Los Barrosos-2, 1922 Fuente

A pesar de que ya desde la época prehispánica se sabía de la presencia de petróleo en Venezuela, es en 1875 que empieza su explotación comercial. Y en 1904, un decreto presidencial cambió el rumbo de la historia venezolana, al sentenciar que “El presidente de la República obtenía facultad plena para administrar y otorgar concesiones petroleras sin necesidad del consentimiento del Congreso”. Con esta medida empezó el boom petrolero que le abrió las puertas a la centralización y la instalación de los grandes consorcios petroleros de varias partes del mundo.

Con este cambio se empezó a abandonar la atención e inversión en agricultura para dedicarse al “nuevo negocio”, lo cual trajo como consecuencia una migración masiva de campesinos hacia las ciudades.

De igual manera empezaron a llegar los empleados de las empresas transnacionales, que ya no solo eran petroleras, sino que venían a aprovechar las condiciones de un país en pleno proceso de nacimiento económico.

Cultura citadina

La otrora ciudad aldeana y agricultora se empezó a convertir en una urbe, al empezar a sustituir carretas por autos, tranvías eléctricos por autobuses, burros de carga por camiones, surgió un comercio nuevo, acorde a las nuevas exigencias de la ciudad. Los temas a tratar en las canciones ya no eran los mismos de antes, ya no se cantaba en el ordeño o en la siembra, ya el canto no era sobre los animales que acompañaban al hombre en sus faenas ni sobre los frutos del campo. El ritmo de la ciudad era otro y sus pobladores también eran ya otros para ese momento.

Empiezan a confluir los cantos propios de la ciudad, junto a la creciente demanda de espectáculos internacionales (seguimos con la zarzuela y la opereta, pero en número mayor), todo esto al lado de la música que traen los empleados de las transnacionales, principalmente de Estados Unidos.

En medio de aquella vorágine, músicos de la ciudad y otros recién llegados de distintas partes del país buscan su espacio y su lenguaje. Entre ellos había algunos con formación, en los casos de los músicos provenientes de las escuelas de música, orquestas y bandas militares. Otros traían el aprendizaje de la tradición, del canto heredado de generación en generación, de la música aprendida en la faena y en las fiestas religiosas y paganas de todo el país. Pero a todos los unía ahora una ciudad que buscaba una forma de expresarse.

Allí confluían dos intereses, por una parte el deseo de seguir interpretando “su música” regional, la de sus tradiciones, y por otra parte interpretar la música de moda. Pero para ese primer punto no siempre podían contar con los instrumentos autóctonos correspondientes y se tenían que amoldar a los instrumentos que estuvieran disponibles. Y en ese mismo proceso entraba la música de moda, la cual se interpretaba con esos mismos instrumentos, aunque formaran parte de la instrumentación original o no.

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Dos caminos, un solo sentimiento

En el gusto de los habitantes de Caracas se empezó a definir una inclinación por un tipo de música y unos ritmos bien definidos. En un artículo anterior “Los ritmos de una ciudad”, hablo más extensamente sobre este aspecto y llevo a otras publicaciones donde explico en detalle cada ritmo que se escuchaba en aquella naciente urbe. Pero a grosso modo podemos resumir que los ritmos que marcaron una influencia importantes fueron el joropo, vals, pasodoble, foxtrot y la polca, entre otros. Pero para interpretar el repertorio de moda surgieron dos tipos de agrupaciones.


Los serenateros

Ya Caracas tenía de antemano una amplia tradición serenatera, de llevar repertorio romántico a las ventanas de las jóvenes damas de la ciudad, música que, por lo general, se hacía con guitarra. Pero a partir de esta fecha se popularizó un tipo de grupo que podía incluir guitarra, cuatro, mandolina, violín, arpa, maracas y charrasca de metal, entre otras opciones. En esta modalidad era costumbre cantar, las letras iban desde lo romántico, a lo burlesco, de lo cotidiano a la crítica graciosa. Eran grupos que por la instrumentación que usaban, no sonaban a un volumen muy alto.


Los mabileros

La palabra “mabille” (de origen francés) se usaba para designar “casa de citas” o burdeles, en los cuales también se podía bailar. En este tipo de sitios, al igual que sucede en los locales nocturnos, se suele usar un volumen más alto para incentivar al baile. En estos lugares empezaron a trabajar muchos músicos venidos de las bandas militares y a la usanza de los grupos de “Dixieland”, incluían en la instrumentación el clarinete, saxo, trompeta, trombón, redoblante, etc. Es importante recordar que el “ragtime” tuvo una importancia considerable en esta ciudad para ese tiempo, tal como se desprende de la historia que conté en ¿Qué es eso de "matar un tigre"?. Por lo tanto, la conformación de los grupos de dixieland era bien conocida por los músicos de Caracas.

También es importante agregar que las condiciones sociales, económicas y culturales que vivían los negros en los ghettos del sur de los Estados Unidos, no eran muy distintas a las que vivían los sectores más pobres de los nacientes barrios caraqueños.

Musicalmente, estos grupos usaban en las canciones que interpretaban, en muchas ocasiones y sobre todo en el merengue, el mismo esquema característico del jazz, donde se inicia con la melodía, se repite el ciclo armónico mientras los músicos improvisan y concluyen el tema con la melodía. La mayoría de las veces sin un arreglo escrito.

Las orquestas “Vente tú”

A medida que la ciudad iba creciendo y desarrollándose, la demanda de músicos fue creciendo, fue entonces que nació una modalidad muy particular. Había lugares específicos, como lo era la esquina de Pepe Alemán o la Plaza López, donde músicos de todo tipo se reunían a esperar que alguien viniera a contratar sus servicios, para llevar una serenata o armar una fiesta improvisada. A esos sitios llegaban los interesados y se daba un diálogo de este tipo:

- ¿Qué instrumento tocas tú?
- ¡Guitarra!
- Bueno, venté tú. Y tú, el del corbatín ¿qué tocas?
- Mandolina…
- Vente tú también.

Y de este tipo de conversación quedo instituido lo que se llamó las “Orquestas Vente Tú”, grupos constituidos según el gusto y la "capacidad económica" del contratante.

Para ese momento ya se había creado una forma de tocar, una instrumentación muy particular, así como un lenguaje muy característico y todo esto se había vinculado a todas las actividades que se celebraban en la ciudad, tales como la Cruz de Mayo, las navidades y sobre todo el carnaval que fue la celebración con el que más se llegó a identificar esta música.

¿Y los cañones?

La primera relación que se establece con un cañón, es para referirse a los músicos que tocaban en estos grupos.

Había una costumbre muy arraigada en la ciudad, que durante las navidades, los grupos que cantaban villancicos o aguinaldos, iban de casa en casa cantando y pidiendo una colaboración en dinero, bebida o comida. Para anunciar su llegada a cada casa, hacían explotar un cañón de bambú a las puertas de ésta, tras lo cual empezaban a cantar.

Esta “presentación” la tomaron para sí estos grupos de Caracas, que cuando no habían clientes buscándolos en los sitios de contratación, buscaban en el periódico los cumpleañeros del día, se iban a su casa, hacían sonar el cañón y entraban cantando para, al igual que su predecesores navideños, pedir dinero, bebida o comida.

Dicen que el presidente venezolano Juan Vicente Gómez, era amante de esta música y que fue él quien empezó a llamarlos “cañoneros”. en referencia al uso del cañón para anunciarse.

Sin embargo, ese término no era bien visto por los músicos profesionales, quienes consideraban que “cañoneros” no eran músicos sino “borrachos” que salían a tocar y cantar a cambio de aguardiente.

El cronista caraqueño Caremis, apoyaba esa creencia al decir que lo de “cañoneros” también tenía que ver con la cantidad de aguardiente de “caña” que bebían.

Pero estos músicos fueron creando un estilo y un sonido único que se fue imponiendo con el tiempo y que posteriormente también fue copiado por las grandes orquestas comerciales, que empezaron a incluir el mismo tipo de repertorio y muchas de las canciones que interpretaban estos grupos.

La primera vez que yo fui a entrevistar a Jacobo Espinoza, quien fue cantante y fundador de Los Antaños del Stadium, grupo fundado en 1946, yo le pregunté por los grupos cañoneros y se molestó de tal manera que casi me expulsa de su casa, porque “los cañoneros eran unos borrachos y ellos (su grupo) eran músicos profesionales…”. Entonces decidí cambiar la pregunta y pregunté por la “música cañonera”, no hubo mayor cambio en su actitud y me dijo que eso no existía. Que ellos tocaban música venezolana y ya, solo que con otros instrumentos.

Conclusión

A nivel popular las manifestaciones van afirmándose con la práctica diaria. Lo que aquellos músicos fueron creando no tenía como fin generar un movimiento, pero sin darse cuenta, lo fueron haciendo. Crearon una forma urbana del joropo, le dieron más arraigo a los valses, acentuando su nacionalidad venezolana, nacionalizaron el pasodoble, crearon el merengue caraqueño; todo esto junto a una sonoridad de instrumentos muy concretos y un lenguaje generalmente jocoso, que se convirtió en la principal música de baile de aquella ciudad y que se vinculó a todas las actividades de Caracas. Pues si hay que buscar un nombre para identificar ese movimiento, no puede ser otro que “música cañonera”.

Y es que así como el término ha tenido detractores, también hay quienes lo han utilizado con orgullo como elemento característico de la cultura caraqueña.

Y creo que un paso importante para garantizar su súpervivencia es llamarla por su nombre, pues el término "retreta", como lo vimos antes, se refiere a un tipo de agrupación distinta. Tampoco se le debe seguir llamando (lo cual es muy común) música de antaño, porque tal como lo dije en el artículo (Los ritmos de una ciudad):

(...) si lo tomamos como “música de antaño” nunca pasará de ser “música vieja”, destinada a ser “piezas de museo”, seguir envejeciendo y desaparecer, hecho éste que se parece bastante a la realidad actual.

Yo estoy completamente de acuerdo que se le den nuevos giros a esta forma musical y se busquen nuevas sonoridades, pero así mismo pienso que es importante contribuir a mantener la esencia de esta manifestación musical y es destacar que se trata de una música para bailar.

Estoy convencido de las posibilidades infinitas de creación que nos presenta la música cañonera y creo que es necesario que mantengamos con vida, desarrollemos y llevemos a nuevos niveles a la primera manifestación musical urbana que se dió en Venezuela.


Aníbal Escobar y yo (Foto de mi propiedad)

Dato curioso

Una de las características en la música cañonera es un uso muy abundante de melodías de acompañamiento en los instrumentos de vientos, especialmente del saxo. La investigación que hice al respecto arrojó el siguiente resultado.

Aníbal Escobar es considerado el “Decano del Saxo Cañonero”, por haber tocado en “mabiles”, ser fundador de los Antaños del Stadium y haber grabado este tipo de música en cerca de 40 discos. Él mismo me contó que como en esos grupos nunca contaban con la presencia de piano, ya que no era un instrumento muy usado en nuestra música, él sentía que el cuatro (instrumento que estaba a cargo de la armonía) no cumplía bien su función y para poder “rellenar” el acompañamiento él tocaba sin cesar. Esta forma de tocar se volvió habitual entre los músicos de vientos y se convirtió en característica del género.

Música

Cocoita - Los Antaños del Stadium (Merengue)


La pelota de Carey - Grupo Los Criollos ≈1960 (Pasodoble)


El niño Macriado - Los Cañoneros 1983 (Joropo)


Mosaico N°1 - Néstor Zavarce y sus cañoneros 1970 (Merengue caraqueño)

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