Poemario: Buscando la extraña virtud de la calma

Markus Spiske


Ave de rapiña

Hubo rígidas causas que condujeron al profundo desconsuelo.
Solo vientos extraños e imprudencia disfrazada de valentía
llevaron mi barco a cruzar el horizonte sin un plan en mente ni rumbo fijo.
Crujidos muertos en la sombría memoria de la soberbia me recuerdan la desdicha
de aquel insólito riesgo que abracé sin dudar cuando mayor daño me haría.
La boca dijo una mentira con besos egoístas.
Pura desgracia entre sus piernas, entre su risa.
Entre el amor que se escurrió y descendió
del risco, entre lo anhelado, por el estremecimiento que ocurría en sus profundidades.
Todo derrumbado con metódica malicia.
Hubo estruendos y destellos que me dejaron sordo y ciego.
En el fondo de la copa se desarma el engaño.
El silencio se volvió una cruel comedia.
El hermoso colibrí se hizo una horrenda ave de rapiña.

Alycia Fung


Sin aire

Vueltas, revueltas, visiones vívidas.
El entumecimiento de mis mejillas
y las manos congeladas.
Ya mis piernas flaquean al sostener el peso
de una alerta que no ha tenido razón.
Nadie puede ver la soga en mi cuello.
Sufro callado con la paz destruida.
Cada textura es punzante,
se hace ácida cada bebida.
Un ciclo desagradable que jamás culmina.
Temblores de un escape imposible,
un sobresalto indetenible en la cumbre del agotamiento.

Jeswin Thomas


Sin retorno

Hubo momentos mucho más dichosos.
Tuve entonces, sin saberlo,
los mejores instantes
y una eminente alegría.
Con la edad tan corta
y los sueños gigantes
viví tan rápido que olvidé que lo hacía.
Fue posible encontrarme en una soledad
que realmente no fue dolorosa nunca.
Creaba pensamientos que me motivaban
y crecía en ellos sin entender el futuro.
Fueron brotando de mis ojos las últimas lágrimas
que no representaron victorias.
Todos tuvimos algún tropiezo
al recorrer pasillos desconocidos.
No sé si he tomado la decisión correcta.
Solo espero tener de nuevo
esa extraña virtud de la calma
que por suerte tuve en esos días.

Darius Krause


Ecos muertos

Lo declaré mil veces porque lo creía.
Palabras que tienen vigencia,
la honestidad de un clamor interno.
La espera me ha dejado roto y desmoralizado.
Hoy lo digo de nuevo, pero desde tu hogar
ya no viene a mí tu réplica como un eco.
Solo espero que entiendas
que he he quedado herido.
Al caer en trepidante fe
me sambullí sin pensar.
Era tu habilidad para atarme
y mi sumisión descarada
al buscarte con ruegos
lo que me condenó a extrañar por siempre
esos amargos ecos muertos.

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Ecency