¿Dónde quedó la época dorada del cine?

¿Saben por qué no vivimos una época dorada del cine? Porque sencillamente disfrutamos más de cualquier serie o miniserie de una operadora de televisión o canal de pago por visión que de una película, pero el hecho de que no deseé ver una y otra vez películas modernas es otro indicativo lógico que me hace pensar así, alguien pensará que vaya publicación más chorra pero es que el otro día me metí un maratón de cine clásico y no me aburrí en toda la tarde noche. A veces el cine no necesita tantos efectos especiales para emocionar, tampoco necesita color para llorar ni un cuerpo de vértigo para enamorarte de una actriz, muchos chistes fáciles no son necesarios para reír ni los músculos de un súper hombre para caer rendido a sus pies.

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Con la idea de que me encontraba en una vieja habitación con un proyector clásico y una pantalla limpia colgada de la pared la tarde me absorbió de clásico en clásico, pasando por la magia de una película en blanco y negro donde todo gira en torno a una sala de deliberación en un juzgado con los mismos personajes y un guion obra de un genio, ver una obra maestra donde el director consigue que once almas cambien de opinión para acompañar en su veredicto al único que estaba en contra de declarar culpable al personaje que se juzgaba es sencillamente genial. Interesante forma de cautivar al espectador sin otro adorno que el guion y la curiosidad por conocer el desenlace.

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Si quieres reír y llorar o emocionarte no te pierdas los acordes de Moon River mientras sueñas con esa preciosa actriz a la vez que elegante mirar el escaparate de la joyeria Tiffany en la famosa quinta avenida de NYC y saber que te enamorarás de su mirada, creo que toda mi vida la he pasado buscando un doble de Audrey Hepburn que pudiera fijarse en mí, ni que decir tiene que cuando visité NYC estuve unos segundos frente a ese mismo escaparate con los ojos cerrados deseando que al girarme una chica con esa misma sonrisa me estuviera esperando con un croissant recién hecho y me invitase a pasear. A veces las bandas sonoras, un guion sencillo, un vestuario de ensueño y una modelo que desprende inocencia basta para querer repetir la película durante 50 años las veces que sean necesarias.

Pero en una España que tras la dictadura seguía bajo el yugo de una sociedad oscura y con miedo de su pasado las risas tenían el listón muy delimitado por la censura y durante años no pudimos disfrutar de una de las películas más disparatadas de la historia y que durante años hubo que buscar en VSO porque no se permitió no solo su distribución en cines sino que tampoco su venta o alquiler traducida al español. En realidad fue mi primera visualización de una película en otro idioma, sinceramente la primera vez que la vi no me impactó porque la barrera del idioma me hizo perderme muchos detalles pero tras varias veces creo que tardaré en encontrar una historia tan mascada pero original a la vez, cómo mezclar una historia tantas veces contadas con un humor travieso y a veces pasado de vueltas sin sentirte como creyente dañado por lo que ves, impresionante grupo de humoristas nos dio el Reino Unido.

No, no vi esa tarde nada más y me dejé seguramente infinidad de grandes obras maestras pero a veces saborear un poco de lo mejor te deja saciado, ¿Cuáles películas vi? Pensé que lo habrían adivinado, Doce hombres sin piedad (1957), Desayuno con diamantes (1961) y La vida de Brian (1979).

A veces necesito mi dosis de cine, mañana más...

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