No se aceptan maracuchos (Humor)


Fuente

 

-Abuelito, abuelito, mi tía me dijo que cuando me muera me iré al infierno.

El anciano miró al niño y le respondió.

-Esas son mentiras.

-¿¿Estais seguro?

-Claro, que si, sentaté allí para contarte una historia que me contó mi abuelito cuando tenía tu edad.

El niño obedece y el sexagenario comienza su historia.

-En el infierno el diablo en sus momentos de ocio le gustaba hacer maldades y de todas las que más satisfacción le daba era hacer que la temperatura del lugar subiera tanto que los habitantes llegaran hasta donde se encontraba a rogarle que la bajara.

De esa manera se sentía el rey y se vanagloriaba con los diablitos, que eras su servidumbre.

Una vez uno de ellos le preguntó.

-¿Señor por qué a los árabes les afecta tanto el calor si en el desierto donde viven hay tanto?

-Lo que pasa es que ellos se cubren todo y así contrarrestan la sensación de calor.

Todo marchaba bien en los dominios de Lucifer hasta que un día uno de sus diablillos le dijo:

-Señor hay un grupo de habitantes que cuando usted sube la temperatura se reúnen a jugar y echar bromas y hasta dicen “Ahora si estamos como en casa”

El malvado ser quedó impactado y le pidió al diablillo que le señalara cuales eran y se puso a espiarlos para corroborar lo contado”

-¿Abuelo y en el infierno no hace calor? –le interrumpe el niño.

-No hijo, es lo que todos creen pero es falso, el infierno es frio. Sigo con la historia y no me volváis a interrumpir que se me olvida.

-Está bien.

-El diablo al darse cuenta que lo que el diablillo le había dicho era cierto averiguó de qué lugar procedían esos seres y descubrió que eran maracuchos, así que se vino para acá y al llegar exclamó: “Acá hace más calor que en el infierno”

Se montó de pasajero en un carrito por puesto y sudó como nunca lo había hecho, mientras observaba que el chofer en el trayecto se tomaba como 3 vasos de café humeantes. Cuando llegaron al centro no soportó la cola de la Libertador y se bajó en las Pulgas, allí le fue peor, un carretillero casi le pasa por encima y alarmado ante el desorden reinante se montó en un bus que decía ruta 6. Allí se sintió más infame que una sardina ya que la cantidad de personas en el vehículo era tanta que lo aplastaban, así que decidió dejar su apariencia humana y desapareció de allí, haciéndose invisible; y volando por la ciudad fue dándose cuenta que la temperatura al mediodía en muchos lugares llegaba hasta los 50 grados, sin embrago, la gente seguía su vida normal. En los barrios vio a los niños jugar futbol sin inmutarse ante el resplandor del sol, a muchos hacer el amor bajo techos de zinc en ranchos del mismo material. A las amas de casa limpiar sin compasión ni descanso y a los obreros disfrutar de sus labores bajo temperaturas superiores en muchos momentos a las del infierno.

Uno de sus diablillos llegó alarmado diciéndole.

-Señor, los maracuchos andan alborotando a todos allá.

Regresó a su reino y se dio cuenta que ya el calor les iba siendo indiferente a otros, quienes se olvidaban del mismo jugando dominó u otras actividades con los maracuchos.

Por lo que se fue directo al cielo y habló con Dios, quien se negó a las peticiones de este de no enviar más maracuchos al infierno.

Sin embargo desde ese día no han vuelto a entrar más personas de este lar por allá, porque el centinela que puso el diablo se los impide señalándoles un gran cartel puesto por este que dice: “No se aceptan maracuchos”

El niño asombrado por la historia le pregunta.

-¿Entonces para dónde van los que no aceptan en el cielo?

-Esa es otra historia que algún día cuando esteis más grande te contaré.

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Ecency