Fuente
-Abuelito, abuelito mirá que no se me ha olvidado que me debeis una historia.
-¿Cuál será mijito?
-La que me ibas a contar cuando estuviera mas grande, el lugar donde van los maracuchos que no aceptan en el infierno.
-¿No te la he contado?
-No abuelito y es mejor que me la conteis antes que estiréis la pata, ya tengo trece años y hasta una novia.
-Estos niños de ahora si crecen rápido, en mi época a esa edad no nos dejaban usar pantalones largos.
-Tampoco había Internet ni computadoras abuelito, no me marieis y contáme la historia.
-Está bien pero no le digaias a tu mamá que lo hice porque se arrecha.
-Prometo que no diré que me la contaste.
El septuagenario se acomoda en su mecedor y comienza.
-Después que el diablo prohibió la entrada de los maracuchos al infierno, los que no eran aceptados en el cielo quedaron vagando en los alrededores y a medida que pasó el tiempo fueron invadiendo parte de ambos lugares, por lo que se tornó un problema para Dios esta acción y en varias ocasiones se reunió con el diablo para llegar a acuerdos para que les permitiera la entrada, incluso en una ocasión amenazó con destruirlo pero no consiguió que este cambiara de opinión, al contrario este muy molesto le dijo.
-Si destruyes el infierno todos irán al cielo.
Ese día al regresar reunió a los ángeles y arcángeles y plateó el problema y al final acordaron en que darían tiempo al diablo ya que de seguro no se aguantaría de tener todas esas almas que vagaban por allí.
Pero se equivocaron y en poco tiempo estos crearon un nuevo reino entre ambos, invadiendo todo de música a todo volumen que acabaron con el silencio de allí, de manera que todos los que llegaban y no eran de acá al ver todo el alboroto se negaban a entrar al cielo o el infierno para quedarse allí y era necesario que ángeles y diablillos los metieran a la fuerza en el lugar que les correspondía. Una vez fueron el diablo y Dios a conversar con el líder de ellos para tratar de que entraran en razón pero estos no aceptaron nada, ni siquiera el ofrecimiento de Dios de llevarlos al cielo.
-Allá no hay gaitas ni vallenatos –respondieron.
El problema siguió creciendo y cuando el espacio entre ambos reinos fue tomado todo, comenzaron a invadir estos, entonces se hicieron frecuentes las batallas campales entre ángeles y diablillos que intentaban detener las invasiones de los maracuchos
Comenzaron entonces las huidas de los habitantes de ambos reinos hacia este otro y poco a poco ya no solo había seres de esta tierra allí, sino también árabes, chinos, colombianos, alemanes, gringos, etc.
Todo el que se moría el 18 de noviembre, siendo maracucho o no, tenía que esperar días para poder entrar al cielo o al infierno ya que quedaban colapsadas todas las vías para el lugar y hasta en ambos reinos muchos desobedientes se iban a la celebración.
Cuando el caos fue total a Dios se le acabó la paciencia y furioso se presentó allí y dispersó los obstáculos dejados por todos lados, mientras todos corrían gritando.
-Corran que se arrechó chuchito.
El diablo desde la puerta del infierno se reía viendo a Dios en esas condiciones y le gritaba.
-Y así quieres que los reciba por acá, cuando ni tú los soportas.
Los ángeles lo llevaron arrastrados a su trono calmándolo.
-Cálmese señor, ¿Qué dirán los santos que lo ven maltratando a esos seres?
Al siguiente día en reunión con sus ángeles y arcángeles les dijo.
-Ya tengo la solución, de ahora en adelante maracucho que se muera y deba ir al infierno lo envío de vuelta a Maracaibo.
-¿Los hará inmortales?
A lo que Dios con cara de asombro le responde.
-Ni loco, así si es verdad que se acaba la tierra antes que yo diga.
-¿Entonces como será esa vuelta?
-Regresarán con otro cuerpo y comenzarán de nuevo.
De esa manera se acabó el reino de los maracuchos allá arriba y nació ese refrán popular que dice “Maracucho bueno se muere chiquito”
-Que arrecho abuelo, o sea los maracuchos se reciclan
-Así es, por eso no cambian.
-Abuelito ese cuento de seguro te lo contó Roñoquero.
-Claro hijo ese era mi abuelo.
-Lo voy a montar en Facebook pero no diré que me lo contasteis vos.
-¿Quién es ese señor Faibus?
-No es un señor pero no lo entenderías. ¿Y sabeis mas cuentos de esos?
-Claro mijito, pero después te los cuento, no creo que estire la pata dentro de poco. Te contaré la razón por la cual acá hace tanto calor.