Existen sin dudas ángeles en la tierra o terrenales, son esos que cohabitan entre nosotros y llevan mensaje de paz, armonía, tranquilidad o sanación. Esos seres que consigues y de la nada con apenas conocerte o sin saber quién eres te tienden la mano, te ayudan y te preguntas ¿De dónde salió? ¿Cómo llegó a mí, justo cuando lo necesitaba? En algunas ocasiones si te conocen, tiene forma de amigos, vecinos o incluso familiares nuestros.
Las religiones nos han pintado a los ángeles como figuras aladas, la misión de los terrenales nada tiene que ver con tener o no alas, es sin dudar, ayudar a los otros en sus diversos y muy variados propósitos de vida, enseñarles a crecer espiritualmente por medio de las palabras de aliento, la compañía cercana, esa mirada que sabes y reconoces como certera que entre la muchedumbre encuentras, esa mano que te dice con solo tocarte que todo estará bien porque él o ella está a tu lado.
La iglesia católica presenta los arcángeles y ángeles como la jerarquía en el cielo, existe la llamada angelología cristiana la cual pretende explicar el significado de los ángeles y los ubica en diferentes jerarquías: ángeles, arcángeles, querubines y serafines, los cuales se diferencia entre sí físicamente, además por el cargo y la misión que ocupan en el reino celestial. Donde los serafines y querubines estarían cerca de Dios y los ángeles y arcángeles del hombre, serian mensajeros directos, sujetos que auxilian de manera concreta, entre ellos el de la Guarda, particular e individual de cada ser humano.
Lo importante es que entendamos como seres vivientes, con alma y sociales, que debemos trabajar para convertirnos en potenciales ángeles en la tierra, la empatía, la no violencia, el ayudar al prójimo que en ocasiones no es mucho el esfuerzo que amerita, que se puede rogar y pedir a los celestiales (si es tu preferencia) para que nos convierta en entes más cercanos en el planeta, no esperemos que bajen del cielo, seamos un ejército angelical con el mensaje del amor incondicional aquí y ahora.