[ESP-ENG] SYMBOLS

Los ojos de Ricardo centelleaban al escuchar esa palabra. Torcía los ojos, miraba directo a la pared. En un momento pensaba que allí yacía un cuerpo escondido; fenecido por su locura, pero luego me di cuenta, que la inscripción que dicho muro portaba era algo mucho peor.

Yo lo descubrí; los verdaderos planes de mi compañero de apartamento, Ricardo. Y no fue de otra forma sino a través de voces, gritos y susurros, que me advertían en una lengua extraña, y al mismo tiempo me envolvían en una penumbra diabólica, siniestra sobre todo, en donde no hallaba explicación alguna.

La mayoría del tiempo, a partir de las últimas dos semanas. Ricardo solo se encerraba en su habitación, sentado frente a su computadora solamente escribía. También pensaba en voz alta, muchas veces logré percibir su voz. Se estaba volviendo muy molesto. En varias ocasiones le he llamado la atención, pero su aspecto tenebroso y decadente, me hicieron retroceder y evitarlo a toda costa.

Pasaron los días y las cosas se volvían más extrañas. Ricardo hablaba en una secuencia muy rápida desde su habitación. Yo no lo entendía, y muchas veces me daba la impresión de que hablaba en otro idioma. Le temí demasiado. Se pasó por mi cabeza huir de ese apartamento, pero la triste realidad es, que no tenía a donde ir.

Mientras buscaba otro sitio al que vivir, escuchaba a Ricardo proferir una palabra indescifrable. No sé si es una palabra o un alarido, o un idioma antiguo proveniente de este mundo o de otro. La repetía varias veces, como en un cantico coral, y sonreía a carcajadas con una expresión perturbadora.

Un día pude notar que acariciaba el muro de la cocina con demasía. Logré verlo escondido, mientras lo observaba escondido en otra parte. Sonreía, con esa expresión decadente llena de palidez e inmundicia, y luego se perdía entre las tinieblas de su habitación.

Cada cosa nueva que vislumbraba, no hacía más que alterar mis nervios. Pensé que un día sería asesinado, o sacrificado por alguna secta maligna. Ricardo solo tecleaba en su habitación, vociferando en voz alta esas palabras extrañas.

El día en que lo vi por última vez, todo el terror que le tenía emanó de mi piel, como un aroma o como un escalofrío que surge de las entrañas. Él solo estaba sentado frente a la mesa de la cocina, portaba una taza con té en la mano. Miraba fijamente a la nada. Tenía una expresión inerte; sin un atisbo de emoción. Le temía en ese momento, pero, ese día, no sé qué sucedió y me le acerqué.

Evoqué la palabra que él tanto repetía durante los últimos días. Solo lo hice una vez, y la expresión de su rostro cambió por completo. Sonreía. Sus ojos se dirigieron a la pared; esa que con tanto ardor acariciaba. De repente, varias líneas curvas de luz comenzaban a emanar del muro, creando un símbolo que jamás había visto ni en mis más horribles pesadillas. Ricardo solo sonreía, pues finalmente, había encontrado el ingrediente que muchos años le hacía falta, y ese era mi voz.