Entrada al Concurso de microcuentos sobre vampiros y criaturas similares | En el bosque de los pinos

    Los hogares y negocios del pueblo cierran sus puertas apenas la oscuridad se sobrepone a la luz del día. Todos saben que no deben andar por fuera cuando cae la penumbra. Solo los más valientes, o más tontos, se escabullen hasta el bar pero nadie, ni siquiera el más atrevido o cretino, atraviesa el bosque de los pinos cuando el firmamento pinta los cielos.

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Fotografía original de Roberto Nickson

    Sin embargo Tomás había perdido la noción del tiempo el día que visitó a su hermana. Ella le insistió que se quedara a dormir. Él rechazó la propuesta porque estaba seguro de que llegaría antes del anochecer, pero se equivocó, no contó con que la crecida del río le obligaría a desviarse por una vía más larga. La luna se alzó sobre su cabeza y él apenas recorrió la mitad del tramo. Asustado, y maldiciéndose por su torpe decisión, anduvo al trote, con la piel helada por el miedo, y el corazón retumbándole tan fuerte que sentía los latidos en la garganta.

    Todos conocen los horrores que sufren algunos infortunados en bosque de los pinos, y en todos ellos pensó al escuchar los sollozos de un niño escuálido, sentado en medio del camino con las piernas recogidas y la cabeza recargada en ellas.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó, manteniendo unos metros de distancia. Este seguía con la cabeza guardada entre sus huesudas piernas.

    —Mis hermanos me dejaron —gimoteó, cuando Tomás estuvo a punto de marcharse —. Tenían celos de cómo me trataban nuestros papás —Tomás se acercó, menos asustado y conmovido por lo que escuchó.

    Cuando estuvo a pocos pasos el chico levantó la cabeza, esgrimió una sonrisa grotesca, más pronunciada de lo que podría sonreír un humano normal, y lo miró con sus ojos color sangre. Ipso facto, desde debajo de la tierra, aparecieron dos más como él, igual de pálidos y desganados, pero demasiado fuertes. Tomás intentó huir, pero lo sujetaron por los pies, haciéndole caer. Los colmillos de los tres niños, que reían de a carcajadas de su desgracia, fue lo último que vio antes de que uno de ellos los clavara en su cuello.

XXX

Juan Pavón Antúnez

 

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Les invito a unirse al Concurso de microcuentos sobre vampiros y criaturas similares de @es-literatos. A través de este enlace pueden encontrar las reglas y demás información.

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