La niña del cabello crespo
Cuando llegó a su casa, le preguntó a su mamá por qué su cabello era “malo” y el de las otras niñas “bueno”. ¿Qué había hecho de malo su cabello para que lo llamaran así?, le preguntó Susanita a punto del llanto. La madre tuvo que explicarle que su cabello no era malo, que era un símbolo de su raza, y que muchas personas querrían tener el cabello como ella. Tomó el celular y buscó varías fotos de gente importante que tenía el cabello crespo. Aunque esto no la convenció mucho, por lo menos la hizo olvidarse del asunto por un rato.
Pero ya la inquietud estaba inyectada en Susanita, que cada vez que se veía al espejo, miraba solamente su cabello. Quiso esconderlo debajo de un sombrero, también quiso aplastarlo con mucho fijador, pero fue imposible. Tampoco los moños y las trenzas servían para ocultar sus largos rizos. Una vez, después de llegar del colegio, Susanita se le acercó a su mamá y con carita de tristeza, le dijo que quería cortarse el cabello. Su madre trató de persuadirla, pero Susanita salió corriendo diciendo que no quería tener más un cabello malo.
Después de esto, con los días, hubo un concurso de talento en la escuela. Todos los niños participaron haciendo cada uno, una cosa. Susanita no fue la excepción. Cuando llegó la hora de la premiación, con sorpresa, Susanita escuchó que era la ganadora. Cuando fue a recibir su premio, la presentadora dijo que era una niña que sobresalía entre todas y que sus rizos la hacía ser diferente. Desde ese día Susanita entendió que no hay que ser igual a todos y que su cabello la hacía destacar frente las otras.