Hace varios años María visitaba con frecuencia la casa de descanso Cristo Rey de las monjas dominicas en la localidad de Aguas Calientes, Municipio Pedro María Ureña, Venezuela donde se pasaba muy bien por el clima caliente y los baños termales.

En la residencia Cristo Rey se tertuliaba con las monjas, los residentes y los temporadistas, y a las 5 de la tarde de manera rutinaria se realizaba la santa misa, a la que acudían las monjas, los empleados, los huéspedes y algunos habitantes de Aguas Calientes, todos llegaban puntuales, y al terminar la misa se iniciaba el rosario y los cantos de alabanza al señor.

Una tarde al terminar la misa, María se sintió muy sofocada por el calor, y le dijo a su hija

-Roció quédate tú a rezar el rosario que yo me voy a descansar bajo el ventilador.

-Está bien Maita, cuando termine te busco para que vayamos a cenar.

María se retiró hacia su habitación atravesando el jardín y el comedor, hasta llegar al pasillo de las habitaciones, pero cuando se dispuso a atravesar el pasillo para entrar a su habitación escuchó que dentro de cada habitación estaban rezando el rosario, como si lo hicieran muchas personas, a medida que María se acercaba más a su habitación los rezos se oían cada vez más fuerte, y se preguntó, pero cómo es posible, quién reza, si todos están en la capilla, y en esa soledad María se devolvió por otro pasillo del jardín, asustada caminó rápidamente, no veía el momento de llegar a la capilla y entrar, una vez estuvo allí, encontró una silla en la parte exterior, así que se sentó a esperar a que terminasen para no interrumpir el rosario, esperó a su hija Rocío, y al salir se fueron a la habitación, esta vez María no oyó que rezaran.

Fotografía del pasillo de las habitaciones suministrada por la fuente testimonial

Desde ese momento María asistió sin falta a cada misa, y no perdió el rosario. María no comentó a nadie lo sucedido, hasta que terminaron las vacaciones y regresó a casa en San Cristóbal.

_{Testimonio: María Pomenta}

Espero les haya gustado esta historia real, síganme en Facebook para estar al tanto de las historias que iré publicando.

Several years ago Maria frequently visited the Cristo Rey rest home of the Dominican nuns in the town of Aguas Calientes, Municipality Pedro Maria Ureña, Venezuela where she enjoyed the hot climate and the thermal baths.

In the Cristo Rey residence, the nuns, the residents and the seasonal visitors were socializing, and at 5 o'clock in the afternoon the holy mass was routinely celebrated, attended by the nuns, the employees, the guests and some inhabitants of Aguas Calientes, all of them arrived punctually, and at the end of the mass the rosary and the songs of praise to the Lord began.

One afternoon at the end of the mass, Maria felt very suffocated by the heat, and she told her daughter

-Rocio, you stay and pray the rosary, I am going to rest under the fan.

-Okay Maita, when I finish I will look for you so we can go to dinner.

Maria went back to her room, crossing the garden and the dining room, until she reached the corridor of the rooms, but when she was about to cross the corridor to enter her room she heard that inside each room they were praying the rosary, as if many people were doing it, as Maria got closer to her room the prayers were heard louder and louder, and she asked herself, but how is it possible? who is praying, if everyone is in the chapel, and in that lonely place Maria turned back down another hallway in the garden, frightened she walked quickly, she could not wait to get to the chapel and enter, once she was there, she found a chair outside, so she sat down to wait for them to finish so as not to interrupt the rosary, she waited for her daughter Rocio, and as they left they went to the room, this time Maria did not hear the praying.

Picture of the corridor provided by testimonial source

From that moment on Maria attended every mass, and did not miss the rosary. Maria did not tell anyone what had happened until the vacation was over and she returned home to San Cristobal.

_{Testimony: María Pomenta}