El que inventó el clavo, "dio en el clavo". En un principio todos los clavos eran forjados, quiere decir, llevar el hierro a la fragua y esperar hasta que esté “al rojo” para volverlo maleable, y a golpe de martillo se le da la forma deseada.

Los clavos más antiguos eran de bronce, fue en épocas posteriores, la del hierro, cuando comenzaron a realizarlos de hierro. Los de hierro fueron decisivos para mejorar las construcciones donde la madera era el elemento estructural en la realización de casas, barcos y artilugios de guerra.

Dentro de cualquier excavación arqueológica, los clavos forjados forman parte de los elementos más frecuentemente encontrados.
Recientemente (1968), tal fue el caso en Giv`at Ha-Mitvar (al noroeste de Jerusalén), unos arqueólogos encontraron la tumba de un hombre que había muerto crucificado, aún le atravesaba el talón derecho un clavo de hierro de 11,5 cm. de longitud. Los estudios subsiguientes revelaron que había sucedido en el siglo I de nuestra era.

Hasta principios del siglo XX en el estado Sucre, todavía se forjaban los clavos de acuerdo a las necesidades y especificaciones de los alarifes o maestros de obra encargados de la construcción de las casas tradicionales. Aún sobreviven en los centros históricos sus estructuras de madera.
El abuelo Jorge, se ha dado a la tarea de acopiar diferentes tipos de clavos de forja, pitones y alcayatas, rescatados de una que otra demolición de las casas tradicionales en la ciudad de Cumaná. En ellos vemos la huella del artesano, estas piezas únicas, son testimonio de las habilidades y destrezas alcanzadas por estos artesanos anónimos.

El tatarabuelo de nuestro nieto Daniel, Don Pancho Martell de Cumanacoa, dominó la técnica de la forja; de su yunque y fragua salían los clavos y remaches necesarios para la construcción del trapiche y sus casas de hacienda.

Ahora los clavos se hacen en serie con troqueles en grandes fábricas. Se utilizan aleaciones de diferentes tipos de metales para conseguir y emplear el más adecuado según sea la estructura por consolidar.

Bien, para finalizar esta conversación, quiero dejar una reflexión.
Evita generalizar y repetir como si fueras un sabio, “Un clavo saca otro clavo”. Porque quien la dijo, no tiene idea de lo que representa el amor, ni de la carpintería.

Un amor jamás se olvida y te deja una experiencia de vida.

Y el clavo, sabemos que se saca con una palanca o las orejas de un martillo.