En momentos de soledad
los anhelos aparecen
como un mensajero inesperado;
tan pronto empiezas a imaginarte
una vida tranquila,
como empiezas a soñar despierta,
escapando brevemente de
la realidad.
Soñar con la paz,
en la soledad de una habitación
de color pastel,
reflejo del viejo anhelo
de finalmente gozar de lo
que tanto se ha anhelado
desde el uso de razón.
Conectas pronto con tu infante
interior, que se niega a morir
e invita a soñar sin el peligro
de la calle y de las casas ajenas
en las horas de la mañana,
la tarde y poco antes de dormir,
sintiéndote a salvo en tu habitación.
Pero la realidad toca
a la puerta con estruendosa
insistencia e impaciencia;
tu infante interior se despide
de ti, sabiendo que le volverás
a ver en la soledad de la habitación,
deseando que pases un hermoso día.
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