Monstruos en Boga - Encuentro Paranormal

Las tinieblas recorren la década de los 70. Es una época de revelación y provocación sexual. Es la era en que la tétrica envidia comenzó a confundir a la visión de una cultura que se alimentaba de cuerpos "perfectos" y eso inició la maldición.


Monstruos en Boga


Maryo era una dama trabajadora, inteligente, de clase alta. Tenía gran busto y largas y fuertes piernas. Sus facciones mediterráneas y cabello enredado nunca pasaban desapercibidos. Tenía los ojos y labios grandes. Poseía el estilo de cuerpo que consumían las anhelantes masas sociales de aquellos años. Ella era la moda y disfrutó a pleno su fama. Tenía 34 cuando todo ocurrió.

Poco tiempo después hubo un cambio de paradigmas. La sociedad se cansó de aquel estereotipo y así nada más le vendió al mundo que ahora las figuras debían ser delgadas y estilizadas para ser aceptadas como mujeres hermosas.

Pronto los magazines estaban repletos con caras finas y torsos esqueléticos. Tanto hombres como mujeres cambiaron la visión que tenían de ellos mismos.

Enfermándose con ese criterio, Maryo pasó de mantenerse en boga a desear estar oculta de su entorno. Había perdido la noción de quién era. Añoraba adelgazar y parecerse a aquellas modelos de revistas y haría todo por lograrlo.

Debido a la contaminación del utópico pensamiento, sus amigos y familiares comenzaban a mofarse de ella y a instarla a reducir sus medidas.

Harta de sentirse menos que otras mujeres siendo más, con el indulgente anhelo de vivir aceptada, prometió buscar una manera para verse como lo pretendía la ignara sociedad, aunque ella, por dentro y por fuera, era más que hermosa; lo terrible era que no se daba cuenta, estaba ciega culturalmente.

La tortura de burlas a la que era sometida la haría darse por vencido en ser lo que ya era. Llorando se aisló de todos. Callando, disimuló sus ribetas.

Nueve meses después, en el marzo de las primaveras, una carta anónima estaba debajo de su puerta. El texto le detallaba un simple conjuro a seguir para lucir hermosa, aunque, hermosa ya era.

Fue así que, exasperada por no hallar remedio, asistió al pico de una montaña que quedaba a 13 kilómetros de su casa para seguir los sencillos pasos descritos. El culto era fácil de cumplir. Solo debía clamar lo que ella quería frente a un gran espejo donde vería su propia transformación... Así lo hizo.

Pero casi siempre, para ganar algo, también debes perder algo... Pronto comenzaría a darse cuenta en lo que se iba a convertir. Una maldición caería sobre ella.

Había llegado la hora. A las 6:36 pm, su silueta comenzó a retorcerse. Inhalaba calor y exhalaba frío. Sudaba febril y las gotas que emanaba se evaporaban para llenar con una estela gris a todo el lugar. Su mente colapsó, se mareó y perdió el conocimiento. Cayó abatida y distinta al piso. El rezo había surtido efecto. La noche desmayó a su aliento y el día despertó su pesadilla.


Muchas veces
hacen chirridos
las voces ajenas.
Retumban con eco
los rumores.
La envidia
cobra otra víctima
y así nada más,
alguien sucumbe
por no verse
tan oro como es.


Todo es confuso
para la quien oye
lo que mal dicen
las sirenas cuando
conspiran, fabulan,
para despistar
a los sentidos
volviéndoles
resentidos.

Tras oír aquel song, Maryo despertó y otra vez se miró en el espejo. Le costaba pestañear y no entendía lo que reflejaba aquella pantalla. Se estrujó los ojos y observó para los lados. Nadie estaba cerca, solo se le aproximaba un estruendoso hálito con el que elevó un grito al cielo y abnegó de miedo al enramado y a los laberintos que había surcado para llegar a aquel lugar.

El silencio brotó de sus cuerdas vocales, el horizonte también se calló. Unos segundos después, fue valiente el gimoteo y tartamudeaba el dolor de lo que su pavor trataba de decirle a sí misma.

La realidad cambiaba con cada pestañeo. Con los ojos cerrados, podía verse como siempre fue, bella, radiante como lo seguía siendo, pero al abrirlos, su cara se tornaba confundida y brutalmente maltratada, con cicatrices que iban cambiando de lugar para desfigurarle la faz.

Con la mirada cerrada y sin paz, se perdía del mundo exterior, pero volvía a hallarse a sí misma. Solo así, con los párpados abajo, se recordaba sin las tragedias de las que se fue alimentando para tergiversar su interior y exterior. Ojos apagados para verse, ojos abiertos para desconocerse.


Miedo perverso
derrumba a la concentración.
Abatida la esencia
que desternillabas.
Llevas la misma piel y figura
restada de los veintiún gramos
que pesa tu alma.


Obsérvate
para que mires
al monstruo en boga
que no tienes
en el rostro,
pero al que le diste
barato combustible
para marcarte
por una moda
anticuada.

Y cada vez que respires,
y cuando se parta en dos el alba,
verás tu cara descubrirse
mientras te aceptes
como dama.

Maryo comenzó a llorar tras oír aquel clamo. En seguida, pudo entender, sumergida en el lúgubre campo, que su destino había cambiado por la patraña que creyó cuando resultó inducida por un estilo que nada significaba, en especial si antes podía sentirse hermosa y orgullosa por quien era.

Mientras tomaba el coraje para abrir de nuevo los ojos, Maryo ahogó sus pupilas con lágrimas saladas e inundó de aflicción a su garganta. Se levantó del suelo y se sostuvo de un árbol al que se aferró con fuerza para ver nuevamente aquel espejo y soportar la realidad que afrontaría.


Respiración trepidante,
agonía en los latidos...
Esa que ves es la misma,
eres y serás tú si decides
quererte de acuerdo
a los patrones de un mundo
que no sabe que 21 gramos
tienen más peso que todo
lo que subes en tu balanza.

Monstruos en Boga

Esta es mi participación en la iniciativa propuesta por @tarot911 que tituló Second Paranormal Encounter y en la que escribí una ficción que tiene inmersa una moraleja sobre los estereotipos. Mezclé esta historia con un breve cuento de terror que acompaño con fotografías que realicé en San Antonio de Los Altos - Venezuela.

Las ediciones que hice a propósito de esta actividad

Derechos Reservados

Nikon D5200 - Lente 35 mm
Modelo: Ayarit
Mi Instagram:
@Miguelmederico

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