Caminando lentamente y con quietud, sin reparar en el frío o el calor, sin pensar en el canto de las aves. Cada paso es una sentencia, un recordatorio, una marca asegurada de un pensamiento que ya ocurrió, y otro que quizá ocurrirá; pero que nadie entiende o nadie sabe.

¿Negación? No, ya pasé esa etapa. Tuve una lucha encarnizada con la evidencia, el malestar y el dolor. Una lucha que perdí, pues no pude cambiar nada… La orquesta toca siempre la mima canción; esa es su pasajera verdad. La negación no cambia nada, solo te oculta por un tiempo de la cruel persecución de la realidad.

¿Miedo? Estuvo presente desde el comienzo. Su sombra fue pesada y arrogante sobre mis hombros. Me hizo llorar, me hizo cerrar mis ojos… Contra él no luché, solo me paré en frente suyo y soporté su descarga de improperios; y sufrí las burlas de su enojo. Un bálsamo amargo ahora que lo pienso.

La ira fue lo peor de todo. ¿Ira? Sí, ira. Odio y rencor que corrió como lava de un volcán en erupción. Consumiendo todo a su paso: amistades, familia, trabajo… sin piedad ni compasión. Al final solo quedó una capa gruesa de material oscuro en el que nada puede crecer. Mi ira fue como un oso hambriento que devoró cada criatura que lo intentó detener.

¿Negociación? Una actividad infructuosa, un hábito de vendedor que no sirvió para obtener ganancia alguna. No hay ganancia cuando lo pierdes todo, solo hay ruina y pobreza; la oruga se convierte en mariposa, la luna se baña de noche en la laguna. Pobreza de sentimientos, de vivencias… de recuerdos. Negocia quien tiene algo que perder, quien desea ganar algo… pero no quien tiene asegurada la penumbra.

Hoy transito el sendero de la resignación. ¿Resignación? Palabra elegante para el que se rinde al entender la certeza de su final. La paz es como la neblina que fluye en la mañana, que baja por las laderas de las montañas… la respiras y caes dormido bajo el efecto del perfume de su rosal. Yo me he resignado a no dar marcha en la dirección contraria. He decidido continuar mi camino sin detenerme, agotar hasta el último de mis pasos y no volver; la vida es a veces arbitraria.

Epitafio grabado en piedra será mi nombre. Mis memorias serán anécdotas que contarán los que aún tienen por delante de sí una carrera para completar… la mía, ha llegado a su final.

Walking slowly and quietly, oblivious to the cold or the heat, oblivious to the song of the birds. Each step is a sentence, a reminder, an assured mark of a thought that has already happened, and another that perhaps will happen; but that nobody understands or nobody knows.

Denial? No, I'm past that stage. I had a fierce struggle with the evidence, the discomfort and the pain. A struggle I lost, because I could not change anything... The orchestra always plays the same song; that is its passing truth. Denial changes nothing, it only hides you for a while from the cruel pursuit of reality.

Fear? It was there from the beginning. Its shadow was heavy and arrogant on my shoulders. It made me cry, it made me close my eyes... I didn't fight him, I just stood in front of him and endured his barrage of expletives; and suffered the taunts of his anger. A bitter balm now that I think of it.

Anger was the worst of it. Anger? Yes, anger. Hatred and resentment that ran like lava from an erupting volcano. Consuming everything in its path: friendships, family, work... without mercy or compassion. In the end only a thick layer of dark material was left in which nothing can grow. My anger was like a hungry bear that devoured every creature that tried to stop it.

Negotiation? A fruitless activity, a salesman's habit that served no gain. There is no gain when you lose everything, there is only ruin and poverty; the caterpillar becomes a butterfly, the moon bathes at night in the lagoon. Poverty of feelings, of experiences... of memories. Those who have something to lose, those who wish to gain something negotiate... but not those who are assured of gloom.

Today I walk the path of resignation. Resignation? An elegant word for the one who surrenders when he understands the certainty of his end. Peace is like the mist that flows in the morning, that descends the slopes of the mountains... you breathe it in and fall asleep under the effect of the perfume of its rosebush. I have resigned myself to not going in the opposite direction. I have decided to continue on my way without stopping, to exhaust every last one of my steps and not to return; life is sometimes arbitrary.

Epitaph engraved in stone will be my name. My memories will be anecdotes to be told by those who still have a career ahead of them to complete... mine, it has come to an end.