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¡Ya lo sé todo! Una historia de infidelidad

— ¿Sabes que Carlos Alberto es casado? — dijo Manuel mientras observa la reacción de su amiga Diana.

Diana, aunque sorprendida por la aseveración que acaba de escuchar, decide hacerse la tonta y pretender que no le importa mucho si Carlos Alberto es casado. «¿Por qué debería importarme que el hombre con el que he vivido un hermoso romance durante los últimos 3 meses este casado?» piensa para sí y se sonríe sintiéndose una verdadera estúpida.

— ¿Y como tú sabes que él es casado? ¿Acaso conoces a su esposa?

La pregunta para Manuel le pareció graciosa, pero oportuna para tratar de obtener, no solo una confirmación, sino también más información sobre lo que se acaba de enterar. Manuel, quien ha estado muy interesado en conquistar a esta hermosa trigueña de cabello castaño rizado, de ojos verdes despampanantes y con un cuerpo que todas envidian, no pierde la oportunidad de "coserle el saco" a su amigo Carlos, para así eliminarlo de la lista de interesados en la bella Diana.

— Claro bella, su esposa es la secretaria de la vicepresidencia y por ende, mi jefa. Por cierto, una mujer no tan hermosa y atractiva como tú. De hecho, en la oficina bromeamos, que cuando Carlos se casó con ella, estaba borracho y le dijeron que dijera "sí, acepto" si quería otro trago y así sello su matrimonio — espeta Manuel mientras ríe burlonamente.

«Soy una idiota» piensa Diana, mientras recuerda que hace dos días hablo con Carolina, la secretaria de vicepresidencia, la jefa de Manuel y la esposa de Carlos Alberto, el hombre que le ha prometido una vida de ensueño, junto al joven, soltero y exitoso ejecutivo de la corporación para la cual ambos trabajan. No solo eso, sino que sus padres lo admiran y no pierden oportunidad de recordarle lo afortunada que ha sido al conseguirse a un "hombre tan bueno" y que de seguro se convertiría en la envidia de sus amigas. «Sobre mi cadáver» piensa para sí mientras esboza una sonrisa y continua su conversación con el poco discreto Manuel, a fin de que le suelte toda la historia de Carlos.

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Han pasado cinco días desde que Manuel estuvo de paso en Barcelona y le revelo toda una historia de amor y traición a Diana. Se está peinando y ya se ha vestido para ir a la playa con Carlos Alberto, quien después de una semana de "visitar a su anciana madre" que siempre espera que la visite en su residencia donde nunca "hay cobertura", ha regresado a retomar sus funciones como representante de la corporación en esta ciudad.

En ese preciso instante, Carlos Alberto esta a punto de tocar el timbre de la residencia de Diana, la trigueña de sus sueños, la mujer por la que se ha esforzado durante los últimos dos meses para tratar de llevarla a la cama y por quien se ha inventado toda una historia bastante chocarrona, pero que bien valdrá la pena después de que haga suya a tan esbelta mujer. Al abrirse la puerta, queda atónito con la imagen que ven sus ojos. Diana, luciendo un estupendo y sensual traje de baño blanco de una sola pieza, cubierta con un pareo traslúcido negro que de alguna forma disimulan y ocultan las tan bien pronunciadas curvas de su esbelta figura. Las sandalias de finas trenzas, dejan ver sus pies perfectamente arreglados y su cabello, ahora todo negro, la hacen ver más alta y hermosa.

— Hombre, se te va a salir la baba — le dice Diana y lo saca del ensueño fantasioso que no pudo aguantar el pobre Carlos, pensando en que ahora si, esta noche será suya, como se lo ha dejado entrever con la aceptación de pasar el fin de semana en su hotel.

— ¡Guaoo! Luces tan radiante y espectacular mi hermosa reina — suelta el halago Carlos para tratar de afianzar con seguridad a la presa que pronto podrá devorar.

— Te parece si bebemos algo frío y conversamos un poco antes de irnos mi amor — dice Diana mientras sirve dos vasos de un frío jugo de naranja.

— Si claro mi princesa adorada — contesta Carlos mientras se sienta en el amplio sillón de la sala. Diana se acerca y se sienta a su lado, le ofrece la bebida y lo mira directamente, lo que genera en Carlos todo un vendaval de emociones que no había sentido antes. No atina a soltar palabras y Diana se le adelanta cuando le dice:

— Sabes mi amor, yo quiero tener hijos y ¿tú?

La pregunta toma de sorpresa a Carlos. Intrigado, pero decidido a mantener su historia, no puede dejar de pensar en que la cosa va en serio. Porque cuando una mujer habla de hijos es porque está decidida. Quizás eso lo ponga en aprietos, quizás el hecho de que ella quiera tener hijos lo lleve incluso hasta pensar en cambiar su vida, pero de algo si está seguro Carlos: ya habrá tiempo para pensar en esas cosas, por lo pronto, ha disfrutar de la vista y a imaginar todo lo rico que será este día con esta beldad en la playa y luego en su hotel. Cuando esta a punto de contestar a la pregunta de Diana, esta se le adelante y continua:

— Sabes, yo quiero tener una niña y de seguro que será hermosa si es morenita como tú.

Carlos se estremece internamente. Rápidamente piensa en su hija, su "morenita linda" como la llama su esposa e imagina brevemente en como sería otra hija con Diana. En un fugaz relámpago, se imagina llevando a pasear a su hija pero con Diana en el lugar de la madre. Se sonríe de la posibilidad y contesta:

— Sería hermosa ¿verdad?

— Si claro, imagínate, una niña tuya y mía. Ya hasta le tengo el nombre y aquí si seré irrestricta. Me encantaría que tuviera un nombre así femenino, de mujer más o menos común, pero acompañado de un nombre de un país, como por ejemplo Teresa Jamaica, ¿qué te parece?

Un frío recorre a Carlos. No sabe por qué pero algo no esta del todo bien. Le asombra la gran casualidad de que a esta hermosa mujer que lo tiene vuelto loco, le gusten este tipo de nombres, más pensando en que su hija se llama Maria Francia. Pero decide seguir el juego a fin de mantener el buen ánimo y no echar a perder los jugosos planes que tiene para su adorada.

— Oye, me encanta es nombre — dice Carlos esperando pasar a otro tema.

— Sí que bueno, aunque también me gusta Rosa América ¿qué tal? O quizás Laura Canadá aunque no sé si un nombre europeo sea mejor, tú sabes, más único y que sea como más parte de ti y de mí, se me ocurre Maria Francia.

Carlos no pudo evitar palidecer. Sin darse cuenta, sus ojos se ha desorbitado y su ser ha entrado en pánico, Trata de controlar sus emociones, pero siente que algo está fallando en su vida. Ha enmudecido y no sabe que decir a la mujer que le mira sonriente y emocionada, pero que él no sabe si es porque realmente lo esta. De pronto, siente que el mundo se le viene encima cuando la mujer de sus sueños, por la que ha mentido tanto, deja de sonreír y muy seriamente le suelta sin ninguna anestesia:

— ¡Ya lo sé todo!

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ENGLISH VERSION

I already know everything! A story of infidelity

— Do you know that Carlos Alberto is married? — said Manuel while watching his friend Diana's reaction.

Diana, although surprised by the assertion she just heard, decides to play dumb and pretend that she doesn't really care if Carlos Alberto is married. «Why should I care that the man I've been having a beautiful affair with for the past 3 months is married?» she thinks to herself and smiles, feeling really stupid.

— And how do you know he's married? Do you even know his wife?

Manuel found the question funny, but opportune to try to get not an only confirmation but also more information about what he just found out. Manuel, who has been very interested in conquering this beautiful brunette with curly brown hair, stunning green eyes, and a body that everyone envies, does not miss the opportunity to "sew the sack" to his friend Carlos, in order to eliminate him from the list of those interested in the beautiful Diana.

— Of course, his wife is the vice-presidential secretary and therefore, my boss. By the way, a woman is not as beautiful and attractive as you. In fact, in the office we joked, that when Carlos married her, he was drunk and was told to say "yes, I accept" if he wanted another drink and thus seal his marriage — says Manuel while laughing mockingly.

«I'm an idiot» thinks Diana, as she remembers that two days ago she spoke with Carolina, the vice-presidential secretary, Manuel's boss and the wife of Carlos Alberto, the man who has promised her a dream life, next to the young, single and successful executive of the corporation they both work for. Not only that, but her parents admire him and never miss an opportunity to remind her how lucky she has been to get such a "good man" and that she would surely become the envy of her friends. «Over my dead body» she thinks to herself as she smiles and continues her conversation with the inconspicuous Manuel, who continues to tell the whole story of Carlos.

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Five days have passed since Manuel was in Barcelona and revealed a whole story of love and betrayal to Diana. She is combing her hair and is already dressed to go to the beach with Carlos Alberto, who after a week of "visiting his old mother" who always expects him to visit her in her residence where "there is never any coverage", has returned to resume his duties as a representative of the corporation in this city.

At that precise moment, Carlos Alberto is about to ring the doorbell of Diana's residence, the brunette of his dreams, the woman he has been trying for the last two months to get into bed and for whom he has invented a whole story that is quite shocking, but that will be well worth it after he makes such a slender woman his own. When the door opens, he is stunned by the sight he sees. Diana, wearing a stunning and sensual white one-piece swimsuit, covered with a black translucent sarong that somehow conceals and hides the nicely pronounced curves of her slender figure. The sandals with fine braids, let her perfectly groomed feet show, and her hair, now all black, make her look taller and more beautiful.

— Man, you're going to drool — Diana tells him and pulls him out of the fantasy reverie that poor Carlos could not stand, thinking that now, yes, tonight will be his, as he has hinted with the acceptance to spend the weekend at his hotel.

— You look so radiant and spectacular, my beautiful queen — says Carlos as he tries to secure the prey he will soon be able to devour.

— Do you think if we drink something cold and talk a little before we go, my love — says Diana while she pours two glasses of cold orange juice.

— Yes, of course, my beloved princess — replies Carlos as he sits down on the large armchair in the living room. Diana comes and sits next to him, offers him the drink, and looks directly at him, which generates in Carlos a whole gale of emotions that he had never felt before. He can't get the words out, and Diana beats him to the punch when she says, "You know, my love, I want to have children:

— You know my love, I want to have children and you?

The question takes Carlos by surprise. Intrigued, but determined to stick to his story, he can't help thinking that he's serious. Because when a woman talks about children it is because she is determined. Maybe that will put him in trouble, maybe the fact that she wants to have children will even make him think about changing his life, but Carlos is sure of one thing: there will be time to think about those things, for now, he has to enjoy the view and imagine how rich this day will be with this beauty on the beach and then at his hotel. When he is about to answer Diana's question, she goes ahead of him and continues:

— You know, I want to have a girl and I'm sure she'll be beautiful if she's a brunette like you.

Carlos shudders internally. He quickly thinks of his daughter, his "cute little brunette" as his wife calls her, and briefly imagines what another daughter with Diana would be like. In a fleeting flash, he imagines taking his daughter for a walk, but with Diana in the mother's place. He smiles at the possibility and replies:

— It would be beautiful, wouldn't it?

— Yes, of course, imagine, a child of yours and mine. I even have a name for her and here I will be unrestricted. I would love her to have a feminine name like that, a more or less common woman's name, but accompanied by a name of a country, like Teresa Jamaica, for example, what do you think?

A chill runs through Carlos. He does not know why but something is not quite right. He is amazed at the great coincidence that this beautiful woman, who has driven him crazy, likes this kind of name, especially considering that her daughter's name is Maria Francia. But he decides to play along in order to keep his spirits up and not spoil the juicy plans he has for his beloved.

— Hey, I love that name — says Carlos hoping to move on to another topic.

— Yes that's good, although I also like Rosa America, how about that? Or maybe Laura Canada, although I don't know if a European name would be better, you know, more unique and more a part of you and me, Maria France comes to mind.

Carlos could not help but turn pale. Without realizing it, his eyes have gone wild and his being has panicked. He tries to control his emotions, but he feels that something is going wrong in his life. He is speechless and does not know what to say to the woman who looks at him smiling and excited, but he does not know if it is because she really is. Suddenly, he feels that the world is coming down on him when the woman of his dreams, for whom he has lied so much, stops smiling and very seriously tells him without any anesthesia:

— I already know everything!

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