Soledad Excursionista ||

Y qué ves tú en el vació de la bruma, y de qué se trata el silencio cuando el eco transporta a nuestros nombres, y cómo es el olor de la brisa si aquí no estás, y qué tanto te hundes tú cuando yo no estoy...

En medio de una desolación turquesa, todo es un reflejo... la arena es blanca como tu piel de alondra y en el sol veo la miel de tus ojos... así que no estoy solo en la playa, ni cuando me aíslo de mi grupo, tampoco si te pretexto al huir de otras cercanías. De alguna forma, siempre termino, cerca de tu recuerdo y hoy me tocó este sitio.

Es allí, en el distanciamiento de todo y de la nada, cuando excursiono la soledad de lugar y mi propia soledad, el itinerario me obliga a ir a la caza de la voz que silva nuestra historia entre las esmeraldas palmeras.

Y más vacío que el existe en las olas sin presencias, es el que siento cuando termino siendo un desierto, pese a estar rodeado por el majestuoso océano...

Parece que afuera reina la paz, la calma vaga en la danza de las nubes, tropieza en mis pies sedentarios al vaivén de las olas, se oculta en los ojos taciturnos que disfrazo con gafas, pero a mis adentro, en la radiografía de las ideas, en el desequilibrio de mis viejos conceptos de vida, soy esclavo del desosiego.

Soledad excursionista, heme aquí otra vez, fingiendo que roto no estoy, cociendo mi voz con cordura, disimulándole calma a mis dudas, pero quieto, moviendo mis demonios para lucir tranquilo, parado sobre este mar impetuoso que siento como un páramo baldío, con un salitre de memorias de tus besos y añorando el frío de los abrazos que un día nos quedaron para siempre marcados.

Hoy viajé dos veces a un mismo sitio, estoy en la playa disfrutando del sol y de un agua cristalina, mientras, también, sigo mojado con la vida que, en otrora, vivimos, extraviamos y aún pretendemos.