Diario de una traición II

Un gran saludo, comunidad de Hive. ¿Cómo están esas almas bellas y esos corazones rotos? Yo sigo entera y viva después de la traición del tipo que yo amaba, lo amaba tanto, que hasta lo arrullaba como un bebé cuando él no podía conciliar el sueño. Le di tanto de mí, le di lo que tenía y lo que no tenía. Yo me sentía casada con él, de alma, de piel, de versos. Creo que soporté mucho siendo una tipa consciente de la dominación hacia las mujeres, del machismo, del maltrato verbal y psicológico.

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Después de saber por terceros que él tenía otra relación, me quebré completamente, creo que una parte de mí se murió. Al mes se me desató un cuadro de depresión y ansiedad, como terapia para desahogar y vivir ese duelo, hice un diario de emociones. Hoy quisiera que todas las mujeres que me leen sepan que no podemos dejar que nadie atente contra nuestra psique y nuestra ser. Tenemos que amarnos mucho para que no nos rompan.

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Yo sé que mucha gente ha sido engañada, pero yo quiero expresar todo lo que duele, todo lo que afecta y todo lo que enferma. Creo que el engaño, la deslealtad y la traición son uno de los peores duelos que se viven. Yo lo he vivido descarnadamente.

Ésta es la segunda entrega del Diario de una traición II desde mis sentires más profundos.

Hice compras en la mañana, te recordé. Estuve transitando las calles de nuestras andanzas. ¿Te dolerás por mí? ¿Me recordarás? ¿Te dolerá? ¿Quién eres en realidad? Aún sigues en mí. Se cumplió un mes de la última vez que te vi. Seguiré trabajando el adiós porque no merezco un desleal en mi vida. Traicionaste todo. Adiós en vuelo constante, sin retroceso ni recaída. No puedo dejar de pensar que traicionaste mi ternura. ¡Farsante! ¡Perverso! ¡Maligno!

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A pesar de mi conciencia ante lo que había vivido, en ocasiones sentía la necesidad de comunicarme con él. En plena pandemia sucedió todo, y aún me preocupaba mucho él, yo sé que mi corazón es terco. Al mismo tiempo tuve un diálogo conmigo misma y desistí. No se merece mi preocupación, no se merece una lágrima más, no se merece escuchar mi voz de nuevo. Seguía preocupada en la distancia pero más consciente en que debo estar a mi favor. Es un experto manipulando y siempre me llevaba a sentirme mal conmigo misma, a pensar que yo tenía la culpa de todo y a compadecerme de él, cuando era él quien estaba engañando, jugando, dañando. ¡Me estafó emocionalmente!

Estoy consciente que permití el maltrato y el abuso emocional, la agresión a mi espíritu y a mi alma, pienso que yo estaba enferma en mi amor propio por haber soportado tanto y por haber creído que algún día él podía ir a terapia y cambiar su tono y palabra hiriente. Creo que no pasaba un día entero en que no me lastimara con una mirada, un gesto, una palabra, una reacción. Más que una relación tóxica era una relación de abuso emocional.

Sueño en ir con mis amigxs a la playa. Quiero tener otros recuerdos en mis lugares sagrados, lugares donde fui con él y terminaron ensombrecidos por su malignidad. Quiero ir con mis amigxs a esa playa donde a él se le metieron los demonios. Quiero llenar mis lugares sagrados de otros recuerdos. Quiero re habitarlos con la gente que sí me ama. Este tipo ha sido lo peor que me ha pasado en mi vida. Creo que ha sido suficiente daño, creo profundamente que todo el daño que me podían hacer en la vida, ya me lo hizo él.

En mi rabia y en mi dolor, leer este poema de Oiverio Girondo alivia un poco.

“Que los ruidos te perforen los dientes”

Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: “Mi amor”,
digas: “Pescado frito”;
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

¡Gracias, gente buena por leerme!
Les deseo lo mejor en la vida, no se dejen maltratar ni estafar por nadie.
Hay que quererse mucho, hay que hacer el bien, hay que soñar que podemos vivir en un mundo menos perverso y más compasivo.

María Mazombé

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