Fuente
Acaricio suavemente su hermosa cabellera
y con mis labios recorro sus rosadas mejillas.
Ella, inquieta se introduce en sus oídos
Mi rostro resbala por su cuello de cisne.
La beso y siento temblar su cuerpo,
escucho el suspiro profundo de su alma.
Cuando mis manos por sus piernas pasean
y aprietan con delicadeza las rosas salientes
de bellos pináculos que erectos sonríen
por el cosquilleo que sienten.
Nos vemos y en el brillar de sus ojos
veo la invitación vehemente
que continúe el recorrido,
hasta llegar al jardín
plantado en su vientre.
Mis besos y el pasear de mi todo
por el jardín encantado, abre las puertas
de un mundo soñado, ambos estamos excitados
y se consuma el viaje apasionado,
fundiéndose el tallo con el jardín encantado.