MI COMPAÑERO DE VIAJE SE FUE.

Buenas tardes, estimados amigos de esta prestigiosa comunidad. Hoy, dedico mi post a mi esposo Andrés Eloy, él nos dejó el 10 de marzo del presente año, víctima del Covid-19.

Fuimos pasajeros de un viaje que decidimos emprender hace 30 años. Nuestro equipaje no era muy ligero, estaba cargado de humildad, generosidad, solidaridad, respeto, comprensión, sinceridad, lealtad y AMOR.

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Nunca hicimos paradas erráticas, ni anduvimos separados o en asientos diferentes. Nuestro viaje fue consensuado, mirando al norte y sin miedo hacia un futuro inmediato. Se nos presentaron muchas curvas, líneas rectas, barrancos, deslizamientos, accidentes, calles en mal estado y sin señalamientos, pero nunca tomamos un atajo.

Cualquier obstáculo se desplegó pues lo enfrentamos con buena actitud, empatía, espíritu de lucha y positivismo. En ese viaje, nos tocó desplazarnos por lugares hermosos y también borrascosos, pero nos veíamos, nos tomábamos de la mano y así nos inspirábamos mirando hacia el frente, al horizonte. Tuvimos caídas pero nos levantamos, unas veces con dificultad y otras veces de manera liviana, pero nunca renunciamos a seguir viajando y conociendo nuevos rumbos y afrontando retos. Siempre juntos, siempre unidos y sonrientes aún en las adversidades.

Algunas veces anduvimos cómodos, otras apretaditos, pero siempre mirándonos a los ojos de una manera especial que era el lenguaje que solamente los dos entendíamos y con el que nos identificamos durante esos 30 años.

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Así nos fuimos conociendo, cada uno mirando los paisajes de la vida y opinando de acuerdo a su perspectiva. Cuánto disfrutamos nuestras conversaciones!!! Cada quien respetando los puntos de vista del otro y cuando tuvimos caídas y malos momentos, reinaba el silencio pero no cambiábamos de asiento, y al final del día, terminábamos conversando y obviando el tema por respeto o por considerarlo banal.

Muchas piedras hubo en ese viaje, piedras que transformamos en hermosas rosas que colocabas en mi pelo con ternura y esmero y fue así como esos 30 años viajando, nos permitieron conocer la felicidad, el llanto, la alegría y el encanto de lo vivido.

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Pero un día no esperado, el viaje se interrumpió, no sé si te cansaste de andar pero te bajaste en alguna estación y aquí quedé sola, varada, sin poder continuar porque mi compañero de viaje descendió sin avisar y no me cumplió la promesa que al cambiar el rumbo, mudaríamos los aires, para viajar en una nube rosada, retrocediendo los relojes de la vida para así tener una mayor proyección de experiencias románticas.

No obstante, mi compañero se fue solo, sin despedirse y me dejó con el corazón vací dentro de un tripulación de sentimientos rotos que no hallo, que no puedo y que no sé cómo remendar. Mi compañero cruzó sin mí y perdí la ruta y la brújula.

Desde entonces, aquí permanezco en silencio, atada a los recuerdos y con la esperanzas que un día baje a buscarme y continuemos caminando hacia el sitio que nos habíamos prometido. Te espero mi caballero, te espero en mis despiertas madrugadas, con mis desvelos humedecidos, pero con sueños nuevos. Mientras tanto, ya mis insomnios tienen tu nombre.

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