Una pregunta difícil: ¿Me voy o me quedo?

Para nadie es un secreto que día a día millones de venezolanos se hacen las preguntas ¿me voy o me quedo? ¿qué será mejor? y hoy es un buen día para reflexionar sobre este tema que a más de uno le causa preocupación. Especialmente los jóvenes son quiénes ven truncados sus sueños en medio de una realidad difícil de manejar.

Un tema tan profundo necesita diferentes perspectivas, por lo que compartiremos dos historias, dos motivaciones y dos realidades.

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Imagen editada con Canva.

Este post fue elaborado por @jossduarte y @ambarvegas.

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Nuestra primera historia es la de Joseph, un joven venezolano de 26 años de edad, una persona sumamente reflexiva y crítica, que tomó la decisión de emigrar.

Él es un chico que vivió en la ciudad de Caracas, nacido y criado en Petare. Junto con su hermana, es el hijo mayor de unos padres amorosos, dedicados desde que tiene uso de razón al trabajo, y a motivarlos a ambos para que no dejaran de estudiar, de crecer y de desarrollarse.

Esto hizo que Joseph lograra siempre ser sobresaliente en sus estudios, y a pesar de algunos problemas al inicio de la educación media, siempre tuvo el favor de sus profesores, quienes lo tildaban de líder, y siempre advertían a sus papás de lo que solía generar en otros a través de sus palabras.

A pesar de esto, nunca fue un joven de muchos amigos o trabajar con grupos, siempre se solía mantener callado, analizando y estudiando cosas que para el eran de interés. Y a medida que creció, comenzó a usar sus conocimientos para ir más allá con todo, para buscarle respuestas a todo.

A los 19 años y luego de un intento fallido, fue admitido en la central para estudiar Derecho y Sociología, se decantó por la segunda opción, porque era la más parecido a su sueño de ser comunicador social. Joseph, quería conocer el mundo, contar historias, y transmitirles a otros lo que su mente descubría.

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Enero 2014.

Con escasos 2 semestres cursados de Sociología, la situación política en Venezuela cambió de la noche a la mañana, y tras unas protestas ocurridas el 12 de febrero de ese año, la vida de Joseph cambiaría para siempre, paso de ser un joven creyente en la política, y con ideales de cambiar el mundo a fuerza de debate, en algo diferente.

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Bassil Da Costa falleció el 12 de febrero de 2014 en el marco de las protestas en Venezuela.

A partir de ese año y por fuerzas mayores, Joseph abandonó la UCV para no volver a la Universidad donde estaba cómodo, pero no dejó de protestar, de quejarse, de luchar por lo que creía correcto e informarse para respaldar sus argumentos; terrorista, idealista, guerrillero, y otros muchos apodos se le fueron dados por su forma de ver como Venezuela estaba funcionando y quejarse abiertamente.

Tras dos largos años sin acudir a la universidad, y triste por no estar cumpliendo su sueño más grande, Joseph encontró a través de su esfuerzo, la oportunidad de una beca completa, en una de las universidades más prestigiosas de Caracas, para estudiar Comunicación Social, la vida le sonreía y había cambiado nuevamente para él.

Se levantaba a las 5 de la mañana para arreglarse e ir a clases, y aún sus padres recuerdan aquellos días donde volvía de la universidad, contando con euforia lo aprendido sobre antropología, filosofía y teoría de la comunicación, sus asignaturas favoritas. Sin dejar de lado, e incluyendo a toda su familia cuando debía analizar una serie, tomar fotografías y hacer trabajo de campo para otras asignaturas.

La situación en Venezuela no estaba mal para su familia, y mientras sus padres continuaban con su imprenta familiar, Joseph comenzó a trabajar en una revista en línea, sobre Fútbol Venezolano, el fútbol, otra de sus pasiones, le estaba generando la oportunidad ganar dinero, conocer estadios, conocer jugadores y otros periodistas deportivos a los cuales admiraba.

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Joseph y Luis 'Mendozita' Mendoza, estrella de la Vinotinto

Trabajar y estudiar, le resultaba fácil pues estaba haciendo dos cosas que amaba, a pesar de esto la situación en Venezuela para la época no dejaba de ir en declive. Por fortuna, al haber cursado materias similares se le hizo sencillo, pero eso de estudiar en las noches era algo nuevo y un poco agotador.

La situación en Venezuela agravó, y para febrero de 2017 una ola de protestas nació nuevamente en Venezuela, esta vez Joseph quería luchar por su universidad, por mantener sus sueños, por ser feliz y porque su hermana menor tuviese la oportunidad de vivir plenamente la juventud que a él le habían estado quitando desde 2014. Conoció a una chica en abril de ese año, se enamoró y comenzaron una relación muy bonita en realidad, lo que se convirtió rápidamente en otra razón para luchar.

En mayo de 2017, "volvió a nacer", como dice el dicho venezolano, tras un fallido intento de dispararle con una escopeta en el pecho, dos guardias nacionales bolivarianos, a bordo de una motocicleta, decidieron como castigo por estar protestando, pasar su moto por sobre su pierna y completar su ardid con disparar una bomba lacrimógena a su pie. Aunque su vida siguió, como no así la de algunos de sus conocidos, lleva ahora consigo una lesión permanente.

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Joseph durante las protestas en Venezuela en el año 2017.

Su familia comenzó a meditar la decisión de irse a México, a lo que Joseph se negó rotundamente alegando que se quedaría a luchar por sus sueños, por sus estudios y su pareja.

Un amigo de la familia, casi como un hermano, de la misma edad de Joseph, fue víctima del hampa mientras comía en el restaurante de sus abuelos. La situación, llevo a la mamá de Joseph a caer en una depresión seria, y a sufrir gravemente de la tensión. En un país donde encontrar los medicamentos para su madre se hacía complejo y con la opción de México descartada, el padre y cabeza de la familia puso sobre la mesa Ecuador, no como opción si no como destino, fulminando a Joseph con la frase "Si te quedas en Venezuela y te pasa algo, tu mamá se muere".

La decisión estaba tomada, y su pareja le apoyaba bajo la premisa de que ella se quedaría en Venezuela un tiempo más hasta graduarse, pero tras otra protesta y una denuncia absurda del actual gobierno de Venezuela, Joseph fue tildado de terrorista.

Lesionado, con sus amigos saliendo a puñados del país, sabiendo que su destino era dejar su patria, la pregunta seguía sin ser fácil de contestar. Ante la pregunta ¿me voy o me quedo?, la respuesta fue me voy, y aunque salió derrotado, roto y destruido de su país, Joseph argumenta que lo hizo pensando en su madre, en su padre, y en el futuro de su hermana. Ya la situación iba más allá de ideales, ya estaba en riesgo su vida y la de los suyos: Joseph decidió irse.

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Nuestra segunda historia corresponde a Ambar, una joven venezolana de 23 años de edad, una persona muy optimista y con muchas motivaciones para seguir adelante.

Es una joven que vive en la ciudad de Caracas, específicamente en el centro de la ciudad y proviene de una familia que, aunque es un poco "disfuncional" le ha brindado muchísimo amor a lo largo de su vida (es un poco difícil encontrar una familia "completa" en estos tiempos).

Durante su niñez y adolescencia Ambar fue una excelente estudiante y siempre sacaba buenas notas. Además, participaba en actividades extracurriculares como lo fueron: clases de inglés, de cuatro, de coro, en algún punto practicó gimnasia y luego se dedicó principalmente al ajedrez. Un poco más grande cambió el cuatro por la guitarra y participó en algunos eventos con una orquesta típica.

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Chequeo Panamericano de Ajedrez.

A los 14 años (casi 15) se anexó a las actividades anteriormente mencionadas, la participación en actividades religiosas, porque sí, Ambar es una persona preocupada por la espiritualidad y acompañaba al ministerio de música a través del canto.

Alrededor de los 15 años tuvo que cambiar de liceo porque donde estudiaba era hasta tercer año, sin embargo, se adaptó bastante rápido a sus nuevos compañeros. Gracias a su promedio tuvo la oportunidad de participar en un programa académico de nivelación en la Universidad Simón Bolívar, llamado "Programa Igualdad de Oportunidades".

A partir de ese momento ella comenzaba a fantasear con la idea de estudiar Ingeniería en Telecomunicaciones en tan prestigiosa universidad, sin embargo, los problemas empezaron en el momento en que no fue seleccionada tras un proceso de pruebas de admisión realizadas allí.

Sin embargo, para buena suerte, su mamá la había postulado en otra universidad donde daban la misma carrera, así que, a sus 17 años, recién graduada del liceo, Ambar comenzó a cursar estudios universitarios.

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Ambar cuando estudiaba Ingeniería en Telecomunicaciones.

Al principio, el hecho de que fuese una universidad privada no afectaba tanto, pues con el salario de sus familiares podían costear la carrera, pero para entonces comenzaron los tiempos más difíciles para los venezolanos y dos años después de comenzar a estudiar, es decir, en el 2.016, lamentablemente no hubo manera de sobrellevar esta inversión.

En este sentido, Ambar debió comenzar a trabajar apenas a 1 mes de haber dejado de estudiar y al mes siguiente, comenzó a estudiar desde cero en una nueva universidad otra carrera, computación. Sentía como si todos sus sueños habían sido arrebatados y que muchas cosas carecían de sentido.

Poco a poco fue adaptándose a esta nueva realidad, apoyando en su casa económicamente, trabajando para comprarse sus propias cosas y buscando los mejores horarios para poder rendir en las materias. Por fortuna, al haber cursado materias similares se le hizo sencillo, pero eso de estudiar en las noches era algo nuevo y un poco agotador.

Fue pasando el tiempo y con esto llegaron nuevas oportunidades laborales que le permitieron conocer su "área", porque antes había tenido trabajos que no estaban directamente relacionados con la computación. En algún punto conoció al que creía que sería el amor de su vida y comenzaron a preguntarse ¿nos vamos o nos quedamos?, claro está que había unos cuantos requisitos previos de parte de ella: terminar los estudios y casarse por el civil y por la Iglesia.

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Ambar en su trabajo actual.

Ambar siempre ha sido muy optimista e intenta ver el vaso medio lleno, en lugar de verlo medio vacío, así que, aunque no le encantaba la idea de irse, pues entendía que él podía tener razón en sus sugerencias, aunque algo si tenía claro: "Yo si me voy, no me voy sola".

Por otro lado, su familia no ha tenido intenciones de irse y por el contrario, tienen metas que desean lograr en Venezuela a nivel académico y profesional, las cuáles no podrían lograr en otro lugar del mundo.

Al terminar Ambar la relación con ese chico, pues volvió al punto en el que decide quedarse aquí y luchar por sus sueños, en parte motivada por la cantidad de emprendimientos que están surgiendo y es que para adaptarse a situaciones difíciles pareciera que el venezolano está mandado a hacer. Por ahora Ambar se queda porque "sola no se va para ningún lado".

Falta poco para que termine sus estudios y obtenga el título de Licenciada en Computación, lo que implicaría tener más tiempo disponible para trabajar en nuevos proyectos y ¿por qué no?, emprender un negocio.

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Informe de pasantías en progreso.

Esto no quiere decir que la situación económica que presenta ahora sea la más óptima y no tenga carencias, lo que realmente significa es que, a pesar de ellas, está dispuesta a trabajar y darle la vuelta, aprovechar al máximo a sus abuelos que aún viven y buscar alternativas en este país que está un poco revuelto.

Ante la pregunta ¿me voy o me quedo?, de momento la respuesta que da es un "me quedo", pues mientras muchos se van en busca de algo mejor, otros construyen algo aquí y aunque es difícil y tarden los resultados, prefiere intentar que desistir. Sin embargo, aún es joven y no sabe que le deparen los años.

Y tú, ¿te vas o te quedas?


Nota: las fotografías forman parte de las galerías personales de los autores del texto @jossduarte y @ambarvegas.

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