Martín el astuto (cuento popular) ESP/ENG

Este es un cuento popular que se narra de diferentes maneras según el lugar donde usted viva. La frecuencia con la que se lee esta historia en redes sociales hace difícil determinar su autor, o cómo era exactamente el relato en sus orígenes. Se basa en la tradición del sujeto que busca salirse con la suya, pero las cosas no le salen del todo bien. Esta es mi adaptación personal.

Martín estaba emocionado por la compra de su nuevo auto. Muchos años de sacrificio y duro trabajo lo llevaron a cristalizar su sueño de poseer un auto compacto.

Esa mañana salió para su trabajo, esperando lucir su nuevo vehículo, y tanta era su emoción que olvidó en casa los documentos que acreditaban que era el dueño y tenía licencia para conducirlo. Se dio cuenta de su olvido cuando se encontraba muy lejos de casa, así que decidió continuar su viaje.

Antes de llegar a una intercepción de semáforos, notó que había un puesto de control policial revisando cada automóvil que pasaba por allí. Martín sabía que era seguro que le pondrían una multa y hasta le retendrían el carro por no tener los documentos adecuados.

Como no podía simplemente dar la vuelta y evitar el control policial, urdió un plan que, según él, lo salvaría de la pesquisa.

Se bajó del vehículo, puso la velocidad neutral, y comenzó a empujar su auto lentamente y con todas sus fuerzas. A medida que se acercaba al grupo de policías, estos miraban intrigados a Martín mientras hacía el esfuerzo de empujar él solo el vehículo.

Uno de los policías lo detuvo y lo interrogó:

—¡Alto ciudadano! ¿Qué le ocurre a su vehículo?
—Buenos días, oficial. No le ocurre nada malo, es que se trata de mi primer vehículo que he comprado con la ayuda de Dios, y estoy tan agradecido con él que le prometí que en mi primer viaje empujaría el carro hasta la oficina. Todavía me faltan como diez kilómetros para llegar.

Los oficiales quedaron tan impresionados al escuchar a Martín, que no le hicieron más preguntas y lo dejaron ir sin complicaciones. Ellos mismos eran muy devotos y veían en el sacrificio de Martín algo digno de admirar.

Martín continuó empujando su vehículo, feliz por el éxito de su plan. Esperaba llegar a una curva que estaba a un par de cuadras para subirse de nuevo a su carro, una vez que perdiera de vista a la policía.

Casi llegando a la curva esperada, escuchó la sirena de una patrulla detrás de él. Se trataban de los mismos policías que había dejado atrás en el control de semáforos. A Martín el corazón le latió con mucha fuerza por el miedo de que hubieran sospechado de su plan. La patrulla se situó justo a su lado, y desde el interior de la misma el policía le gritó:

—¡No se asuste amigo! Le contamos por radio a nuestro sargento del sacrificio que usted está haciendo, y como él es un hombre que cree en Dios, nos ordenó que lo escoltáramos hasta su oficina para que pueda pagar su voto sin problemas. Siga empujando tranquilo que nosotros lo vigilamos.

A Martín se le humedecieron los ojos, pero no por la emoción.

Gracias a estos testigos por su apoyo constante y orientación, ustedes merecen un voto de confianza: @guiltyparties @enginewitty @thealliance @c0ff33a

This is a folk tale that is told in different ways depending on where you live. The frequency with which this story is read on social networks makes it difficult to determine its author, or how exactly the tale was originally told. It is based on the tradition of the guy who seeks to get his way, but things don't quite work out for him. This is my personal adaptation.

Martin was excited about the purchase of his new car. Many years of sacrifice and hard work had led him to realize his dream of owning a compact car.

That morning he left for work, hoping to show off his new vehicle, and he was so excited that he forgot the documents at home that proved he was the owner and had a license to drive it. He realized he had forgotten when he was a long way from home, so he decided to continue his journey.

Before he reached a traffic light interception, he noticed that there was a police checkpoint checking every car that passed by. Martin knew he was sure to get a ticket and even have his car impounded for not having the proper documents.

Since he couldn't just turn around and avoid the police checkpoint, he hatched a plan that, he thought, would save him from the police.

He got out of the vehicle, put it in neutral, and began to push his car slowly and with all his might. As he approached the group of policemen, they looked at Martin in intrigue as he made the effort to push the car by himself.

One of the policemen stopped him and questioned him:

-What's wrong with your vehicle?
-Good morning, officer. There is nothing wrong with it, it is just that it is my first vehicle that I bought with God's help, and I am so grateful to him that I promised him that on my first trip I would push the car to the office. I still have about ten kilometers to go.

The officers were so impressed listening to Martin that they asked him no more questions and let him go without any complications. They themselves were very devout and saw Martin's sacrifice as something to be admired.

Martin continued to push his vehicle, happy with the success of his plan. He hoped to reach a curve that was a couple of blocks away to get back into his car, once he lost sight of the police.

Almost reaching the expected curve, he heard the siren of a patrol car behind him. It was the same police officers he had left behind at the traffic light checkpoint. Martin's heart pounded with fear that they were suspicious of his plan. The patrol car pulled up right next to him, and from inside the car the policeman shouted at him:

-Don't panic my friend! We radioed our sergeant about the sacrifice you are making, and since he is a man who believes in God, he ordered us to escort you to his office so you can pay your vote without problems. Keep on pushing calmly and we will keep an eye on you.

Martin's eyes watered, but not from emotion.