Hace días que no me paso por aquí y es que he llevado un par de semanas de locura. Trabajo, niñas, casa, violín, ballet, piano... toda la vorágine de actividades de lunes a viernes con un par de fines de semana sin parar y muchos planes tipo cenas,compras y reuniones familiares. Pero el virus nos ha echo parar de nuevo. Parar, coger aire, observar... y de nuevo estaba llevando otra vez el ritmo que me prometí a mi misma que no volvería a llevar.
Me prometí ser más amable conmigo misma, mimarme, relajarme y disfrutar de las pequeñas cosas como el olor del café recién hecho, leer un buen libro, ponerme una mascarilla o darme un baño relajante. Y no lo había hecho.. de nuevo estaba sumida en el descontrol del día a día y su ritmo desenfrenado. Así que el otro día me puse con algo que siendo una obligación, a mi me resulta un placer.
Si, me puse a coser las nuevas puntas de ballet de mi hija mayor. En cualquier casa dónde haya bailarinas ya se sabe que esta es una actividad que realizamos bastantes veces, cuando son pequeñas porque les crece el pie y cuando son más mayores porque practican tantas horas que las destrozan, así que de nuevo tuve que comprar cinta de raso, elásticos y volver a coser.
Estas son las terceras puntas que le coso, me encanta hacerlo, la verdad es que me parece una labor muy bonita. Cuando sea un poco más mayor ya le enseñaré a hacerlo para que ella misma se las cosa pero mientras tanto me relajo y disfruto haciéndolo yo, en el rincón del sofá con mi lámpara inglesa de latón dorado y una vela aromática para crear una buena atmósfera. Al final de la vida, los pequeños momentos son los que cuentan.
Y tu... ¿tienes pequeños momentos especiales? ¡Hasta la próxima!
