Otra vez tuve uno de esos extraños sueños. Esta vez iba caminando por una calle desierta, con el sol a mi espalda; era una calle angosta y desfigurada, con las aceras alzadas por las raíces de viejos árboles. Eso no pasa en un día, no amanecen un dia así, desencajadas; eso pasa lentamente y en silencio, tarda años, pero es imposible que nadie lo noté. Quizá esta calle lleva mucho abandonada.
No hacía ni un poco de viento, no se movía ni una hoja y al borde de la carretera (entre el asfalto y la acera) parecía correr un riachuelo. El agua era demasiado clara para ser un bote de aguas negras, y los bordes de aquel riachuelo estaban regados de brotes. Me incliné sobre las aguas y me sorprendió ver cientos de pequeños peces ¿Cómo pudieron llegar hasta allí? ¿Acaso era realmente un río?
Caminé y caminé por aquella calle y llegué a otra; una llena de edificios descoloridos, parecía que el sol les había comido la vida, el brillo; parecían descascararse lentamente. Seguí caminando sin ver a nadie, aquel pequeño rio cruzaba también por aquella calle, pero en ese lado no había árboles, al menos, no tan grandes.
Al final de la calle había un edificio alto, uno con muchos pisos y sin saber cómo ni por qué, me aventuré en su interior. De entrada había una estancia amplia, pero, estaba llena con cientos de figuras humanas talladas en piedra, una al lado de la otra; de todos los tamaños y edades, con todas las apariencias imaginables y todas de espaldas a la entrada, todas mirando hacia adentro; todas exepto una, una cuyo cuerpo estaba de cara hacia adentro, pero con el rostro volteado hacía la entrada; mirándome, observandome con esos ojos que yo conocía tan bien, con esos ojos que me saludaban cada día desde el espejo.
Al poco desperté con una sensación extraña sobre el cuerpo, esa que a veces grita que aquello fue más que un sueño; quizá solo fue un sueño, quizá debo de dejar de darle tantas vueltas a todo.
Imágenes de mi autoría tomadas con teléfono redmi 9a y editadas en Snapseed