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Español
El Halo (parte 8)
A su llegada, la tripulación de las naves Leónidas y Aquiles, fueron recibidas con una celebración a bordo de GB01, los cocineros del salón de oficiales habían hecho un banquete para honrarlos. El almirante Olsen recibió a ambos capitanes, tal como lo había hecho días antes, con los de las naves restantes, con su habitual discurso sobre el valor y la responsabilidad, algo que Oliver, ya conocía de memoria. Horas después, en privado, a bordo del acorazado Sorrento, reprendería a quien antes fue su primer oficial, por su desmesurada osadía, al salir en persecución, en clara inferioridad numérica, a una escuadra de naves enemigas, con tecnología que eran cuando menos, desconocida.
―Recuerda que el valor tiene sus limitaciones, después de cierto punto se convierte en estupidez, muchacho ―dijo, mientras se sentaba en su sillón.
―Lo se señor, actué descuidadamente, pero en medio de la refriega, pensé que lo mejor sería seguirlos para conocer su origen ―dijo Oliver, queriendo justificar sus acciones.
―Lo sé Oliver y para serte sincero yo también lo habría hecho, pero pensándolo en frio, creo que no hay mejor forma de salir de una batalla, luego de haberla ganado, que estando ileso ―dijo Olsen ―. Ninguno de nosotros tenemos verdadera experiencia en estas situaciones, quienes participaron en la guerra de Cefeo, ya están muertos o en retiro, hemos vivido miles de años de paz y tal vez nos hemos confiado demasiado, no somos invulnerables y estos enfrentamientos nos lo deben mostrar.
―Perdimos dos naves y apenas logramos dañar una de ellos, la verdad no creo que hayamos ganado la batalla, creo que ellos sólo hicieron una retirada táctica, si lo hubiesen intentado en serio, ninguno de nosotros estaría aquí ahora ―respondió Oliver, mientras se aferraba a los apoyabrazos de la silla, en la que se había sentado.
―GALATEA, sírvenos algo de mi reserva ―dijo el almirante, algo que claramente era más una broma compartida por él y su IA asistente, que una realidad, pues no existía algo así como una reserva de nada, todas las comidas y bebidas, a bordo del acorazado Sorrento, era producto de máquinas generadoras.
Tras ellos, en la repisa de la máquina generadora personal del almirante, dos vasos con una bebida de color ámbar se produjeron. El almirante giró su sillón y los tomó, para luego extender uno a su joven protegido.
―Eres, en más de siete mil años, el primer oficial en liderar una misión, en una situación de combate real Oliver ―dijo el Almirante ―. El alto mando va a ascenderte, extraoficialmente eres el nuevo contraalmirante del componente de militar de Apolo ―Olsen levantó su vaso frente a Oliver, en señal de brindis ―. Felicidades muchacho.
Nuevamente AB394, el sol de Quimera, se asomaba por la ventana de la estación espacial de control, Edith enfrentaba un nuevo día, y después de los acontecimientos recientes, su falta de optimismo, ante su porvenir, se convirtió en desesperanza. Permaneció sentada sobre su pequeña cama, con las rodillas bajo su barbilla, mientras decidía que iba a hacer. Aquel día debía, nuevamente descender al planeta, y no sentía el menor deseo de hacerlo.
―WILBUR, ¿hay mensajes nuevos en el enlace cuántico? ―preguntó, deseando que hubiese llegado la respuesta a su pedido.
―No Edith, aun no responden a tu solicitud de baja ―respondió WILBUR
Edith lo escuchó y luego se volvió a recostar en la cama.
―Te recuerdo, que hoy es día de bajar al planeta ―dijo WILBUR.
―No pienso descender al planeta, monitoreare desde aquí la migración de los cristalodermos, pero no voy a bajar ―dijo Edith tajante.
―Debes ir a la consola para eso Edith, no puedes hacerlo desde la cama.
―Ya lo se WILBUR, puedes dejarme en paz por un momento. Ocúpate tu del monitoreo, mientras yo me cambio y como algo.
―Claro Edith ―respondió WILBUR indiferente.
Pesadamente Edith se puso de pie y empezó a quitarse el pijama, para vestir el overol de trabajo y luego hacerse con algo de comer de la máquina generadora. Hacia ya cuatro días que había solicitado a la oficina de la faculta, en la academia de Palas, que la relevaran, que cambiaría el tema de su tesis, pues no quería seguir estando en Quimera, pero su solicitud aun permanecía sin respuesta.
Sabía que no eran muchos los dispuestos a estar en aquel lugar, y la facultad no quería dejar la plaza desocupada, pues sería tomada por alguien de otra academia; así que, si no había un voluntario, le darían larga a su solicitud, hasta que se cumpliera el periodo de aviso de renuncia, de noventa días, cuando se verían obligados a retirarla.
Había dado su reporte de avance, explicando la situación que se había presentado, la migración de los cristalodermos, y la curiosa emisión de sonidos de baja frecuencia que ocasionalmente manifestaban, sin embargo, no quiso hablar de su creciente sensación de desasosiego, más por orgullo que por vergüenza, no quería sentirse vencida por sus propias emociones y acelerar su salida, con la excusa de que estaba sufriendo algún tipo de colapso emocional, pues su credibilidad como investigadora y su posición en la academia ante sus pares, se verían gravemente dañados.
English
The Halo (part 8)
Upon their arrival, the crew of the ships Leonidas and Achilles, were received with a celebration aboard GB01, the cooks in the officers' lounge had made a banquet to honor them. Admiral Olsen received both captains, as he had done days before, with those of the remaining ships, with his usual speech about courage and responsibility, something that Oliver already knew by heart. Hours later, in private, on board the battleship Sorrento, he would reprimand his former first officer for his disproportionate audacity in going out in pursuit, in clear numerical inferiority, to a squadron of enemy ships, with technology that was, at least, unknown.
-Remember that courage has its limitations, after a certain point it becomes stupidity, my boy, -he said, as he sat down in his armchair.
-I know sir, I acted carelessly, but in the middle of the fray, I thought it best to follow them to find out where they came from, -said Oliver, wanting to justify his actions.
-I know Oliver, and to be honest I would have done it too, but on second thought, I think there is no better way to come out of a battle, after having won it, than being unharmed, -said Olsen-. None of us have real experience in these situations, those who participated in the Cepheus war are already dead or retired, we have lived thousands of years of peace and perhaps we have been too confident, we are not invulnerable and these confrontations should show us that.
-We lost two ships and we barely managed to damage one of them, I really don't think we won the battle, I think they only made a tactical retreat, if they had really tried, none of us would be here now -Oliver answered, while holding on to the armrests of the chair, in which he had been sitting.
-GALATEA, serve us something from my reserve -said the admiral, something that was clearly more of a joke shared by him and his assistant AI, than a reality, for there was no such thing as a reserve of anything, all food and drink, aboard the battleship Sorrento, was the product of generating machines.
Behind them, on the shelf of the admiral's personal generating machine, two glasses with an amber-colored beverage were produced. The admiral swiveled his chair and took them, then extended one to his young protégé.
-You are, in over seven thousand years, the first officer to lead a mission, in a real combat situation Oliver, -said the Admiral-. The high command is going to promote you, unofficially you are the new rear admiral of Apollo's military component -Olsen raised his glass in front of Oliver, as a toast-. Congratulations, my boy.
Once again AB394, the sun of Chimera, was peeking through the window of the space control station, Edith faced a new day, and after the recent events, her lack of optimism about her future turned into despair. She sat on her small bed, with her knees under her chin, while she decided what she was going to do. That day she must, again, descend to the planet, and she felt no desire to do so.
-WILBUR, are there any new messages on the quantum link? -He asked, wishing that the answer to his request had arrived.
-No Edith, they still haven't responded to your unsubscription request, - answered WILBUR.
Edith listened to him and then lay back on the bed.
-I remind you that today is the day to go down to the planet, -said WILBUR.
-I will monitor the migration of the crystalloderms from here, but I am not going down, -said Edith emphatically.
-You must go to the console for that Edith, you can't do it from the bed.
-I know WILBUR, you can leave me alone for a moment. You take care of the monitoring, while I change and eat something.
-Sure Edith, -answered WILBUR indifferently.
Heavily Edith stood up and began to take off her pajamas, to put on her overalls and then grab something to eat from the generator machine. It had been four days since she had asked the faculty office at the Palas academy to relieve her, that she would change the topic of her thesis, since she no longer wanted to be in Chimera, but her request remained unanswered.
She knew that not many were willing to be in that place, and the faculty did not want to leave the position unoccupied, as it would be taken by someone from another academy; so, if there was no volunteer, they would give her application a long time, until the ninety-day resignation notice period was over, when they would be forced to withdraw it.
She had given her progress report, explaining the situation that had arisen, the migration of the crystalloderms, and the curious emission of low frequency sounds that they occasionally manifested, however, she did not want to talk about her growing sense of uneasiness, more out of pride than shame, she did not want to feel overcome by her own emotions and hasten her departure, with the excuse that she was suffering some kind of emotional breakdown, as her credibility as a researcher and her position in the academy before her peers, would be severely damaged.
Gracias a todos por visitar mi publicación, espero sus comentario y agradezco su apoyo, hasta la próxima
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