Una verdad


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Hoy simplemente soy otra persona, igual y distinta, diferente a la de ayer, es como verte en un espejo a la mañana y a la tarde lo haces nuevamente y eres otro ser, has vivido más, el calor de la tarde y la humedad de la noche, simplemente ya no eres igual, eres otra persona, distinta y nueva, distinta a la persona que se reflejó en el espejo al inicio del día.

Tengo miedo, temo y eso es un sentimiento cómodo, egoísta, porque mi amada sufrió y aún en su lecho de muerte me continúo amando, no me rechazó, no dudó de mí, nunca me abandonó mientras pudo.

Sin embargo, soy un andante sin rumbo, un ave sin vista, un viento huracanado, por buscar nuevas tierras, por cambiar los sabores, por comer en otras mesas, por temor, hoy muero, por mis decisiones, pero lo que me aqueja, lo me destroza, es que no la veo y no sé vivir sin ella.

Todos de alguna manera somos únicos y diferentes, de cierta forma es esto lo que hace al mundo más hermoso.

Los hombres en su forma de pensar colocan límites, parámetros y normas, aunque es relevante indicar que todas antes no existieron hasta que los seres humanos las colocamos allí.

Las sociedades estigmatizan, cambian, pero en lo que no nos fijamos, es que todas las cosas que hay en las sociedades, nosotros las creamos. Entonces, ¿por qué reprimirnos?, ¿por qué sentirnos distintos? si en verdad solo somos seres humanos, seres pensantes que respiramos, que igual amamos.

Ahora vivo como un ser lacerado en la sociedad, pero; ¿quién me cercenó? La respuesta es que fui yo, fui quien mutiló mis sueños, solo yo, por eso mi amada siempre me dijo que nosotros forjamos nuestro destino, yo sentí temor, por no permitirme amar, por perder mi rumbo, por creer ser desigual, cuando en verdad tenía un nombre, una vida, una verdad.

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