Se supone que a mi edad, orgulloso de mis ochenta,
hablar lento no es señal de prepotencia,
¡Señores! Es que se me agotan las energías,
por eso debo enfatizar cada idea transmitida,
pues sino cada frase se va al olvido,
y no quiero fastidiarlos repitiendo lo mismo.

Se han enojado porque tengo respuesta para todo,
insinuaron que carezco de modestia, a mi,
mejor me ahorro los títulos obtenidos,
y les desarrollo la experiencia de mi vivir,
he aprendido de los mejores en cada rama del saber,
instruido por el mejor maestro, los errores,
junto a las ganas de mejorar y levantarme del suelo,
lo que me permite tener mucho criterio,
y aportar diversas soluciones a cada misterio.

No me subestimen solo porque mis días se agoten,
ni porque mi vista esté cada vez más pobre,
aún, escúchenme bien, mis pensamientos están cuerdos,
ni mis recuerdos se han ido, están aquí,
así que quieran o no les daré mis aportes,
es mi responsabilidad ante los más jóvenes,
cuya coherencia a veces la saltan y la olvidan,
pues el deseo de vivir intensamente los domina.