*****Versión en español*****
(Below is the English version)
Saludos a todos. En esta ocasión deseo compartir con ustedes un relato que nos cuenta de manera breve la vida de un profesor y nos da una pincelada de cómo han sido sus días durante su vejez.
Aunque el relato es bastante abarcador, pues cuenta la historia de nuestro protagonista desde su niñez, permite al lector hacer conjeturas sobre temas que no se tocan, dando pié al uso de la imaginación para llenar esos vacíos en la historia, por llamarlos de alguna manera.
Es una serie de relatos que he escrito pensando en las vivencias que he escuchado de amigos mayores con los que suelo conversar. Si gustan leer los otros cuentos de esta serie, pueden hacerlo siguiendo estos enlaces:
Un paseo por el parque:
@gaboamc2393/esp-eng-cuento-corto-2-un-paseo-por-el-parque-short-story-2-a-walk-in-the-park
Visitando amigos:
@gaboamc2393/visitando-amigos-visiting-friends-espeng
Este es un relato reflexivo que nos invita a pensar. Sin más que agregar, les presento, Zapatos rotos.
Photo by Adri Claassens from FreeImages - Fuente
Zapatos rotos
Hace un par de días, decidí dar una vuelta por mi antiguo lugar de trabajo.
Al llegar a mi destino, después de casi una hora de camino, me encontré con una edificación totalmente deteriorada, muy distinta a como yo la recordaba. La maleza estaba por doquier, el techo estaba dañado y las paredes también.
En otros tiempos era un lugar repleto de vida, pero este murió sin más, sin tan siquiera avisar.
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Les contaré mi breve historia como profesor, también como consejero y desde luego constructor…
Nací en una familia humilde, fui el sexto de ocho hermanos. En aquella época las mujeres tenían muchos hijos, muy distintos a los tiempos actuales, con tanto cuidados y tantas precauciones. Tuve una infancia difícil, mi padre murió joven y mi madre trabajaba de noche, mientras mis hermanos mayores se encargaban de cuidar a los menores. Al tener la edad suficiente para trabajar, dejé la escuela y fui a las calles a laborar.
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Hice de todo, desde cantar hasta bailar, pero cierto día una señora me regañó por estar en las calles y no ir a la escuela a estudiar. Le expliqué que debía trabajar, pues tenía dos hermanos pequeños que debía alimentar. Ella no lo entendió y por la mano me tomó, me llevó a la escuela del pueblo y con el director conversó.
—Eres muy joven y tienes que estudiar —dijo—, las calles no son lugares para niños y allí nada bueno te van a enseñar.
Aunque el director quiso ayudar, legalmente no podía colaborar. Esa señora no era mi madre pero eso no la pudo detener. Fue a casa conmigo y con mi madre conversó, tras una larga discusión finalmente la convenció. Le dijo que ayudaría a los cuatro menores a estudiar, mientras los otros cuatro se dedicaban a trabajar.
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Años pasaron y finalmente me gradué. La universidad fue una realidad y decidí una carrera estudiar. La educación fue para mí muy importante, ya que abrió la puerta un mundo de cosas interesantes. Quise devolver al mundo un poco de lo que me dio, así que me inscribí en la carrera de educación. En poco tiempo me gradué y en la misma universidad comencé a trabajar. Fui un alumno destacado así que me ofrecieron trabajo, algo maravilloso pero inesperado.
Durante años trabajé en aquel plantel. Era un profesor de física y ayudé a muchos jóvenes a subir a este carrusel. Como maestros deseábamos enseñar, era el motor de nuestras vidas y no había nada más que quisiéramos realizar.
Ahora me paseo por la biblioteca de esta decadente edificación. Me cuesta trabajo verla, pues antes gozaba de gran esplendor.
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Aquí pasé años de mi vida, devorando libros y poesías. En estos tiempos no existían computadoras, no tenías acceso a la información a toda hora. Debías ir a la biblioteca y luego con el bibliotecario, te decía donde encontrar el libro, en qué estante e incluso el pasillo. Yo acostumbraba a ir temprano, para encontrar los libros antes de que otro los hubiese tomado. Si ese era el caso, debías esperar a que esa persona dejase de estudiar y si estabas muy apurado, otro libro tenías que buscar.
Yo por mi parte era muy paciente, así que me dedicaba a leer cualquier otra cosa. Como los alumnos me conocían, a veces se acercaban a la mesa en la que estaba y sin pena me interrogaban. Yo contestaba con mucho gusto, conversar con mis alumnos era un pasatiempo de lujo. Los asesoraba en temas generales, también en temas académicos y hasta temas personales.
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En retrospectiva, pienso en mi profesión y me doy cuenta de que no solo servía para educar en mi materia, sino también en compartir con los jóvenes mi experiencia. Yo también fui joven y pasé por sus mismas vivencias, sabía qué hacer para evitar amargas consecuencias. Por esto me ofrecieron el puesto de consejero, un puesto adicional que me robó mucho tiempo.
Pase años en la universidad. Era mi estilo de vida y no conocía nada más, cualquier otro trabajo era ajeno a mi realidad. Aún así tuve que retirarme, pues con el paso de los años llegó la hora de jubilarme.
De vez en cuando visitaba la biblioteca de la universidad, pues no tenía nada más que hacer, yo solo iba en busca de libros buenos para leer. Mi casa era solitaria, pero en la biblioteca de la universidad siempre había personas con las cuales conversar, e incluso estudiantes a los cuales ayudar. Todos me conocían, aunque estuviese jubilado acudían a mi por asesoría. No les cobraba, esa no era mi intención; yo les ayudaba, pues enseñar era mi profesión.
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Cierto día un joven se acercó a mí y me preguntó:
—¿Por qué lo hace, profesor?
Para mí la respuesta era clara. Tal vez muchos me veían como un hombre que no tenía vida fuera de la universidad, un devorador de libros o un viejo solitario nada más; sin embargo, yo me veía como un constructor, el mejor constructor de pilares…
—¿Pilares? —preguntó aquel joven, cuando le di mi respuesta.
—Sí, joven amigo —contesté—. ¿Conoces al dueño de aquel edificio? —pregunté, señalando un edificio importante de oficinas.
—Sí, es un gran arquitecto —contestó el estudiante.
—Yo le di clases a ese joven—dije—, yo ayudé a construir ese pilar —le comenté— ¿Conoces a este hombre? —le pregunté de nuevo, señalando a un hombre que estaba en la portada de una revista de ciencia.
—Sí señor, es un importante científico en el área de la física —contestó el joven.
—Yo le di clases —dije—, yo ayudé a construir ese pilar…
Fuente
Así estuve durante un buen rato, mencionando algunas de las mentes más brillantes que habían salido de esa universidad. A todos esos jóvenes les di clases, a todos y a cada uno de ellos. Ayudé a construir esos pilares.
Al ver hacia atrás me alegro haberlo hecho, porque el pueblo ya no es pueblo sino que es una ciudad, la cual tiene muchos edificios y lugares donde educar. Las nuevas generaciones vienen y tienen muchos lugares donde estudiar, pero esta vieja universidad ya no tiene cabida en esta gran ciudad y al igual que yo, ayudó a construir los pilares de esta ciudad. Es una lástima que esta universidad tenga el techo y las ventanas rotas, así como yo también tengo mis zapatos rotos…
Bien amigos, de esta manera termina este relato. En lo personal he visto cumplirse esto en muchos profesores de mi país, que al jubilarse de su oficio terminan viviendo de una pensión que no les permite comprar nada, salvo uno o dos productos. Incluso he visto que muchos profesores deciden dejar su profesión porque esta no les permite costearse sus necesidades y las de su familia.
En cualquiera de los casos, los profesores disfrutan de su profesión y aunque es un reto para ellos ejercerla, muchos se mantienen firmes con su determinación de ayudar a construir a los que serán los pilares del futuro. Tres de mis tíos son profesores, esta publicación es para ellos.
Si gustan dejar sus opiniones sobre el relato, pueden hacerlo abajo en los comentarios, yo estaré encantado de leerlos. Sin más que agregar, me despido entonces...
¡Hasta la próxima!
*****English Version*****
Greetings to all. On this occasion I wish to share with you a story that briefly tells us the life of a professor and gives us a glimpse of what his days have been like in his old age.
Although the story is quite comprehensive, as it tells the story of our protagonist from his childhood, it allows the reader to make conjectures about issues that are not touched, giving rise to the use of imagination to fill those gaps in the story, to call them somehow.
It is a series of stories that I have written thinking about the experiences I have heard from older friends with whom I often talk. If you would like to read the other stories in this series, you can do so by following these links:
A walk in the park
@gaboamc2393/esp-eng-cuento-corto-2-un-paseo-por-el-parque-short-story-2-a-walk-in-the-park
Visiting friends:
@gaboamc2393/visitando-amigos-visiting-friends-espeng
This is a thought-provoking and reflective story. Without further ado, I present to you, Broken Shoes.
Photo by Adri Claassens from FreeImages - Fuente
Broken Shoes
A couple of days ago, I decided to take a walk around my old workplace.
When I arrived at my destination, after almost an hour of walking, I found a totally deteriorated building, very different from how I remembered it. Weeds were everywhere, the roof was damaged and so were the walls.
In other times it was a place full of life, but it died without any warning.
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I will tell you my brief history as a teacher, also as a counselor and of course as a builder...
I was born into a humble family, the sixth of eight siblings. At that time women had many children, very different from today's times, with so much care and so many precautions. I had a difficult childhood, my father died young and my mother worked at night, while my older brothers took care of the younger ones. When I was old enough to work, I left school and went to the streets to work.
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I did everything from singing to dancing, but one day a lady scolded me for being on the streets and not going to school to study. I explained to her that I had to work because I had two little brothers to feed. She didn't understand and took me by the hand, took me to the village school and talked to the principal.
-You are very young and you have to study," she said, "the streets are no place for children and they will teach you nothing good there.
Although the director wanted to help, legally he could not collaborate. That lady was not my mother but that could not stop her. She went home with me and talked to my mother, and after a long discussion she finally convinced her. She told her that she would help the four minors to study, while the other four went to work.
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Years passed and I finally graduated. College was a reality and I decided on a career. Education was very important to me, as it opened the door to a world of interesting things. I wanted to give back to the world a little of what it gave me, so I enrolled in a career in education. In a short time I graduated and in the same university I started working. I was an outstanding student so they offered me a job, which was wonderful but unexpected.
For years I worked on that campus. I was a physics teacher and helped many young people to get on this merry-go-round. As teachers we wanted to teach, it was the engine of our lives and there was nothing else we wanted to do.
Now I walk through the library of this decaying building. It is hard for me to see it, for it once enjoyed great splendor.
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I spent years of my life here, devouring books and poetry. In those days there were no computers, you didn't have access to information at all times. You had to go to the library and then with the librarian, he would tell you where to find the book, on which shelf and even the aisle. I used to go early, to find the books before someone else had taken them. If that was the case, you had to wait for that person to stop studying and if you were in a hurry, another book you had to look for.
I for one was very patient, so I would just read something else. Since the students knew me, sometimes they would approach the table I was at and without embarrassment they would question me. I was very happy to answer, and talking to my students was a luxury pastime. I advised them on general topics, also on academic and even personal issues.
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In retrospect, I think back on my profession and I realize that I was not only useful to educate in my subject, but also to share my experience with young people. I was also young and went through the same experiences, I knew what to do to avoid bitter consequences. This is why I was offered the position of counselor, an additional position that took up a lot of my time.
I spent years in college. It was my way of life and I knew nothing else, any other job was alien to my reality. Still I had to retire, for as the years went by it was time for me to retire.
From time to time I would visit the university library, as I had nothing else to do, I just went in search of good books to read. My house was lonely, but in the university library there were always people to talk to, and even students to help. They all knew me, even though I was retired they came to me for advice. I did not charge them, that was not my intention; I helped them, for teaching was my profession.
Fuente
One day a young man came up to me and asked:
-Why do you do it, professor?
To me the answer was clear. Perhaps many saw me as a man who had no life outside the university, a devourer of books or just a lonely old man; however, I saw myself as a builder, the best builder of pillars?
-Pillars? -asked the young man, when I gave him my answer.
-Yes, young friend,-I answered-, Do you know the owner of that building? -I asked, pointing to an important office building.
-Yes, he is a great architect,-the student answered.
-I taught that young man,-I said-, I helped build that pillar, -I commented-, Do you know this man? -I asked again, pointing to a man who was on the cover of a science magazine.
-Yes sir, he is an important scientist in the field of physics,-the young man answered.
-I taught him, -I said-, I helped to build that pillar....
Fuente
I went on like that for quite a while, mentioning some of the brightest minds that had come out of that university. I taught all those young people, each and every one of them. I helped build those pillars.
Looking back I'm glad I did it, because the town is no longer a town but a city, which has many buildings and places to educate. New generations come and have many places to study, but this old university no longer has a place in this great city and like me, helped build the pillars of this city. It is a pity that this university has a broken roof and broken windows, just as I also have my broken shoes....
Well friends, this is how this story ends. Personally, I have seen this happen in many teachers in my country, who upon retiring from their profession end up living on a pension that does not allow them to buy anything, except for one or two products. I have even seen that many teachers decide to leave their profession because it does not allow them to pay for their needs and those of their families.
In either case, teachers enjoy their profession and although it is a challenge for them to practice it, many remain steadfast in their determination to help build those who will be the pillars of the future. Three of my uncles are teachers, this publication is for them.
If you would like to leave your opinions on the story, you can do so below in the comments, I will be happy to read them. Without further ado, I will say goodbye then....
See you next time!
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Traducido con DeepL
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