Mis amigos se han desvanecido.

Mis amigos se han desvanecido, a unos se los llevó el tiempo, la incertidumbre, el miedo. A otros se los tragó la crisis y cambiaron su estrategia de vida, optaron por la pesadumbre y la queja, ya no son buenos para mí existir. Algunos cambiaron de paisaje muy temprano y tuve que con sufrimiento acompañar su sepelio. Ciertos me hicieron daño, tuve que perdonarlos de lejos. De todos aprendí, cada uno llegó a mi vida para traerme una lección, a través del maestro amor y del maestro dolor, lecciones de vivir que siempre dependerán de la actitud con lo que lo asumas.

Mis amigos se han desvanecido, sus fotos se han puesto grisáceas, húmedas desaparecidas, siento su aroma y escucho sus risas, de vez en cuando se asoman en sueños a recordarme todo el bien que me hizo su presencia en mis días, la mágica coincidencia de nuestras rutas de viaje, que para bien o mal siempre enriquece. Los de la adolescencia son especiales gracias a ellos conservo mi niño interior, los de la primera juventud fueron mis cómplices de crecer, los de la segunda juventud actual son fantásticos seres de luz, todos me mostraron la palabra amistad.

Mis amigos se han desvanecido, el trabajo, los conflictos le quitaron el tiempo para compartir, para darse en un café, para escribir una carta, un mensaje, una llamada…los espacios de convivencia se llenaron de tapabocas, miedo y gel de alcohol. La diáspora, la pandemia, el trance crearon una nube espesa entre ellos y yo, me cuesta derrumbarla, ello no quieren, me acusan de exceso de optimismo.

Mis amigos se han desvanecido y los extraño, este día les escribo, para dejarles con letras el agradecimiento de convertirme en la persona que soy, sus acciones intervinieron en hacerme fuerte, mejorar mi versión y creer en la simpatía. Quisiera poder abrazarles y mirarlos a los ojos ha todos y mis manos los buscan pero pasa algo curioso que me entristece y me hace feliz a la vez, ocurre que…mis amigos se han desvanecido.